BÁRBARA
Empaco mis cosas con un nudo en la garganta, saco de mi gigante armario los trajes de sastre que usaba día con día en la oficina, en aquel trabajo al que no volveré más, dónde he dejado compañeros, amigos, logros y recuerdos, en el sitio donde conocí a mi esposo, el mismo por el que ahora lo dejo todo.
Malcolm y yo tuvimos seis meses de noviazgo cuando puso un anillo en mi dedo y seis meses más tarde nos juramos amor eterno frente al altar.
Hoy a dos años de ese suceso dejo algo que se convirtió en parte de mí, mi casa, otra lágrima brota porque no quiero dejarla aunque le jure a Malcolm que sí, esta enorme vivienda me costó años de esfuerzo, de trabajo y horas extras.
Extrañaré que toda ella sea blanca, la enorme cocina de granito dónde se te refleja hasta el alma, la linda fachada de grandes ventanales y cortinas de seda transparente.
Doy un suspiro, no debería estar tan afligida, mi esposo ha recibido una mejor oferta de trabajo, en dónde tendrá que viajar en demasía, así que lo mejor será mudarnos a la pequeña ciudad qué está más cerca de su empleo para vernos un poco más seguido porque en su nuevo puesto de treinta días que tiene el mes quizá tendrá que viajar quince. Las lágrimas brotan con más ganas, porque es a él a quién más voy a extrañar, pero no puedo ser tan egoísta de cortar sus alas, yo ya me superé, fui la mejor en mi campo y estuve en la cima laboral, ahora le tocaba a él.
Suelto un suspiro mientras me tiro en la cama pues he cerrado la última caja, reboto en el colchón, lo voy a extrañar, la casa que tiene Malcolm no tiene las dimensiones para que entre mi adorada cama.
No puedes ser tan superficial. Me regaña mi conciencia, sin embargo no puedo evitarlo, pues lo que obtuve no lo gané de la noche a la mañana, así que no me importa hacer berrinche interno.
A todo esto le sumo que no he conseguido trabajo en Buenavista, ahí es más el campo, la siembra, el cultivo, por lo que hay solo un par de empresas a las cuales mandé currículo y no recibí respuesta, así que sí, lo peor de toda esta situación es qué me convertiré en una ama de casa, sola y sin que hacer.
Sería el momento para ser madre, por desgracia, no puedo, llevamos desde que nos casamos intentándolo, pero simplemente no logro albergar ningún embrión, nos hemos hecho estudios, visitado más de veinte médicos y todos nos dicen lo mismo.
"Ambos están en perfectas condiciones, solo es esperar".
Honestamente, ya perdí la esperanza.
—¿Aún no estás lista? —la voz de Malcolm inunda la habitación ya casi vacía. Con disimulo limpio las lágrimas que tenía en las mejillas y me incorporo para verlo.
Está de pie y apoyado en el umbral de la puerta, sus brazos se cruzan en su pecho y está con esa sonrisa preciosa la cual me hace sonreír de inmediato, de pronto todo tiene sentido y vale la pena.
No es demasiado alto, pero sus horas en el gimnasio se le notan, la playera tipo polo en tono azul que lleva se le pega al pecho y los pantalones tuxedo le van de maravilla.
—Dame diez minutos —le digo poniéndome de pie con rapidez—. Tenía que dejar esto listo para el camión de la mudanza.
—Te espero abajo, cariño. —Me lanzó un beso y se dio la media vuelta, le escuché responder una llamada, sin embargo no le puse atención porque me metí al cuarto de baño, dónde tenía colgado el vestido que usaría esta noche.
Me di un rápido baño solo en el cuerpo, me quedé en bata y atendí mi cabello, con una tenaza hice gruesas ondas que caían bajo mis pechos, el maquillaje que tenía en mi bolso hizo magia con las pruebas del tiempo que había estado llorando.
Me puse el vestido de cóctel, se amoldaba a mis curvas y tenía un ligero escote en los pechos, tomé mi collar de oro con un dije de serpiente dorada, la última colección de BVLGARI. Los pendientes en mis oídos y el anillo a juego acompañó mi mano derecha y el reloj ROLEX decoraba mi muñeca izquierda donde llevaba mis anillos de boda.
Les dije que me iba bastante bien en mi trabajo, no sé qué haría ahora sin esos ingresos.
Al llegar al sitio, mi esposo me dejó en la entrada del antro y dijo:
—Tengo que buscar estacionamiento, no confío en el valet, en un rato te alcanzo —Asentí.
Sus amigos le habían preparado algo por su cumpleaños que fue la semana pasada, es por eso que estábamos aquí.
Busqué el privado, pero el sitio estaba sumamente lleno, choqué con el cuerpo de un hombre y me disculpe, me sonrió y el olor de su colonia me inundó, era un Bvlgari, puedo jurarlo, no hay nada que me agrade más que el olor de un buen perfume.
Antes de que el hombre pudiera decir nada me alejé del sitio, pues vi unas figuras familiares en el segundo piso.
Subí y el primero que me notó fue el primo de Malcolm, seríamos vecinos en mi nuevo hogar, ya que él vivía en esa pequeña ciudad, se puso de pie al verme cruzar la franja roja.
—¡Hey, que bueno que llegas! —se acercó a mí, saludándome y poniendo una mano en mi espalda antes de chocar su boca en mi mejilla, pocas veces había convivido con él, pero siempre me ponía nerviosa, era muy cordial y amable conmigo, sin embargo por alguna extraña razón me incomodaba. Él olía a jabón, jabón de baño.
Sí, me gustaba oler a las personas, siento que eso te dice mucho de ellas.
—¿Nos vemos de nuevo? —Una voz ronca me hizo dar un salto, el primo de mi esposo posó su mirada en el hombre a mi espalda y frunció el ceño, así que me giré.
—¡Hola! —Saludé al hombre con el que había chocado anteriormente, se me hacía conocido, pero no recordaba de dónde...
—¿Eres del círculo? —Me preguntó y por un segundo me sentí vacilar ante su presencia tan intimidante. Se inclinó hacia mí y besó mi mejilla a modo de saludo. Olía todavía mejor.
—¡Hey! —resonó la voz de mi esposo—. ¡QUÉ MILAGRO! —el hombre del que seguía sin saber el nombre se abrió paso, los dos se saludaron efusivamente, hizo lo mismo con su primo y después mi marido me tomó de cintura y me plantó un beso.
—¿Es tu esposa? —Preguntó el aún desconocido.
—Así es —volvió a dejar un beso en mi boca—. ¿Qué? ¿Empezaron la fiesta sin mí?
No sé si fue solo cosa mía, pero encerrada en esos tres hombres, sentí una tensión inexplicable.
—Creo que la fiesta se acabó sin iniciar —respondió su amigo y avanzó con los demás.
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Deseo Inmoral [Disponible En Librerías]
RomanceHay un dicho popular que dice: "Mientras miras a otra mujer, alguien acecha a la tuya". Eso nunca lo pensó Malcolm. Un hombre cansado de estar cada noche con la misma mujer. Cuando recibió un ascenso en su empleo, también ascendió su popularidad ent...