XXXV

536 73 14
                                    

POV JIMIN

Dos días pasaron y Jungkook y yo seguíamos igual, no nos mirábamos, no nos hablábamos, solo me dejaba la comida, la recogía, vaciaba la bolsa de drenaje y salía nuevamente.

-Choe no está en casa, pero necesitas bañarte, lo haremos lo más rápido posible para que no te sientas mal.

-Yo me las arreglaré, solo acerca la silla por favor y vete.

-Jimin... no has practicado nada, no sé si puedas con tu propio peso.

-Solo acerca la silla y vete.

Tenía coraje, no es lo mismo que un enfermero te vea, te ayude, están acostumbrados, son profesionales, pero que Jungkook piense que Choe, el vecino, pueda verme en bolas, carajo, me sentía hasta un punto humillado.

Acercó la silla y salió del cuarto, intenté deslizarme, salir un poco al aire en la cama y deslizarme para quedar en la silla, estaba sudando del esfuerzo, creí que tenía fuerza en mis brazos, pero no era la suficiente, necesitaba ayuda, pero terco, obstinado y pendejo soy, se me resbaló la mano derecha del mango de la silla y caí directo al piso, no pude ni meter las manos y me he golpeado la cara, estoy sangrando, siento mi sangre hervir de coraje al verme en el suelo orinado, la maldita bolsa se ha desprendido y se ha chorreado todo.

- ¡AHHH MALDITA SEA!

Jungkook entra corriendo y me ve en el suelo, ve todo el desastre.

- ¡LARGO DE AQUÍ, LARGO!

-Déjeme ayudarte.

- ¡QUE TE LARGUES!

- ¡Maldición Jimin, deja que te ayude!

- ¡NO QUIERO! ¡NO QUIERO QUE ME AYUDES! ¡NO QUIERO NI DESEO TU LASTIMA! ¡QUIERO QUE TE VAYAS, QUE ME DEJES SOLO! ¡LARGATE!

Yo intento levantarme, arrastrándome por el suelo, embarrándome más en orines, llorando y humillándome un poco más.

- ¡Maldita sea Jimin, deja que te ayude, cuando termines las terapias podrás lograr todo!

- ¡No Jungkook! ¡Tú puedes hacer lo que quieras, yo no! ¡Yo estoy atado a esta maldita silla de ruedas! ¡Tú puedes largarte, dejarme y hacer lo que te venga en gana, yo no!

La bofetada que siento en mi mejilla, evita que diga algo más, que siga llorando incluso, me toco la mejilla, pero soy zarandeado de los brazos y levantado del piso, estoy asombrado, nunca, jamás me había golpeado, no así, una vez me dio unas buenas nalgadas, pero teniendo sexo, esto, esto es diferente.

- ¿¡Así es como quieres que te trate!? ¿¡Solo así me harás caso!? ¡Voy a bañarte, voy a cambiarte y juro por Dios que voy a cuidarte y quedarme porque eres mi esposo, porque, aunque tú hayas dejado de amarme, yo no!

Me toma en brazos y me mete en la ducha, me sienta en la silla que tenemos ahí, desengancha la ducha y me rocía con agua fría, con la ropa aun puesta, inhalo aire de manera sorprendida, está helada el agua, huyo del fuerte rocío y escondo mi cara.

Cierra la ducha, la vuelve a enganchar y me mira de manera reprobatoria.

-Intenta quitarte la ropa en lo que traigo lo necesario.

-...No quiero que me veas...

- ¿Por qué? Ya me sé tu cuerpo.

-...

- ¿Qué pasa?

-Te llamaré cuando esté listo.

- ¿Cómo te quitarás los pantalones?

EnterezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora