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17 de julio de 1960 ( Nueva York)
____Idiota.
Layla, le dió una colleja a Constance, después de lo que le contó sobre la pelea que tuvo con Dave , hace tres días, con el catástrofe de los helados.
Las dos, se encontraban en la habitación de Constance.
Layla, estaba sentada en la cama, con una pierna cruzada sobre la otra, el pelo rubio y lacio, lo tenía recogido, en una larga trenza. Llevaba unos pantalones azules brillantes, y una camisa  corta holgada de rayas blancas y negras. Miraba a su amiga, con las cejas, ligeramente fruncidas, con sus ojos marrones y pardos, con mirada seria.
Constance, estaba enfrente de ella, sentada en un taburete de madera, con un vestido largo hasta los tobillos, de flores naranjas y amarillas. Su lazo del pelo, del mismo color, ataba su pelo marrón y ondulado, en una coleta alta. Su flequillo, estaba sedoso y bien cuidadado, al igual que su pintalabios habitual, de color rojo.
Se acariciaba la cabeza, con algo de dolor, donde la rubia, la había dado.

____Idiota- siguió repitiendo su amiga.

____¡Ya lo sé! - declaró la castaña, abatida- he sido una completa idiota, pero tienes que entender que...

____¡No hay que entender nada!- interrumpió Layla, reprimiendo a su amiga- no deberías haber sido tan grosera con él, y menos tirandole en helado a la cara, y echándole la culpa, cuando ya se veía que él no te lo hizo aposta.

___Lo sé - intento explicarse Constance, entristecida - pero en ese momento no pensé, estaba muy furiosa, y no sabía lo que hacía. ¡Era mi vestido favorito! No sabía como reaccionar.

___Por supuesto, la manera sensata de reaccionar, en vez de hablando, es tirarle un helado de fresa de veinticinco centavos a la cara-  le respondió en tono sarcástico.

Constance, hizo un puchero y miro con los ojos entristecidos a su amiga.
Ella, suspiró y se contuvo. Conocía la gran colección de vestidos que tenía Constance, todos con flores, y de diferentes texturas y colores.
En una parte, le parecía estúpido, pero, sabía que para su amiga, tenía un valor sentimental, ya que le recordaba a su madre.
Por otra parte, conocía el lado descarado de Constance. No permitiría que nadie se comportará con superioridad hacia ella, como hacía Dave.
Lo odiaba. Era muy tozuda con ese tema.
Layla, dejó sus pensamientos, y volvió a ver a su amiga.
Quería ayudarla en todo lo que fuera por ella, aunque a veces le costaba. Quería ser deslumbrante como Constance; dulce, amable, cariñosa, amigable...
Quería poder hacer algo por ella, como ella hacia tantas veces para ayudarla en todo sus problemas.
Aunque, por alguna razón, ella no se sentía cómoda por ayudarla, en este tema en concreto.
Había algo que no iba bien, algo que le oprimia en el pecho.
Ignoro esos sentimientos, y puso su atención en su amiga.
Respiro hondo y se preparó para lo que dijera ella en ese momento, ya que se observaba, que tomaría la palabra.

____¿Que debo hacer, Layla?  No quiero perderlo por culpa de mi sensatez, quiero volver a como era antes, y no se como hacerlo, después de ese día.
La rubia, tomo la palabra.

___Lo simple que debes de hacer es, reconciliarte. Sé sincera, discúlpate y seguro que te perdonará. Lo más sincero, es ser honesto.

Layla, cerró la boca, y se mordió la lengua, con desdén.
Ella estaba hablando de más, ya que, nunca ella ha hecho eso, y sigue haciéndolo, estaba diciendo algo que ella misma no se atrevería en hacer.
Constance, sonrió, se levantó de su asiento, y abrazo a su amiga.
Layla, con sorpresa y conmovida, correspondió el abrazo.

___Gracias- le susurró la castaña al oído - lo intentaré, no sé que haría sin ti.

____Para eso están las amigas- sonrió la rubia, intentando esta vez, no morderse la lengua.

Constance, se separó de ella, y se volvió a sentar.
Ahora, parecía la misma de siempre. Sonreía y parecía que nada hubiese pasado.
Layla, estuvo satisfecha. Había conseguido que su amiga volvería a ser feliz. Sabía, también que Constance era una persona con la que se alegraba rápido. Ella se caía, pero, volvía en pie, siempre luciendo una sonrisa.
Sabía, lo mal que lo había pasado después de la muerte de sus padres. Cuando, ella le contó la historia, parecía que iba a derramar lágrimas en cualquier momento, pero, se las ingeniaba en intentar retenerlas, y sonreír, diciendo que, halla donde estén, ahora descansaban en paz, y estarían bien, aunque fuera lejos de ella y sus hermanos.
Constance, no lo sabía, pero Layla tiene una gran admiración hacia ella.
A Layla, le gustaría ser fuerte como ella, feliz,  sin preocupaciones, le gustaría seguir sus pasos,  pero ella misma sabía que eso no podía ser.
Ella, y su mente, lo sabían más que nadie. Se arrepentia mucho como era, pero no podía cambiar.
Layla era Layla y sólo Layla.
Con eso, siempre se quedaba.
Un par de lágrimas, amenazaban por salir en sus ojos, se las aguanto como pudo, y se levantó de la cama, dónde estaba sentada.
Constance, observó a su amiga, como se levantó bruscamente de su cama.
Quería preguntar si, estaba bien, pero, enseguida observó a la rubia con una sonrisa, reteniendo sus preguntas en su garganta.

La petite Constance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora