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(Baji)

24 de diciembre / 25 de diciembre

Kazutora se negó a decirme algo.

—¿Era alto? 

Meneó la cabeza. 

—¿Entonces era bajo? 

—No... No te lo diré. 

—¿Guapo? 

—No te lo diré. 

—¿Feo de un modo infernal? 

—No te lo diría aunque supiera qué quiere decir eso. 

—¿El pelo rojo le cubría los ojos? 

—No... espera, intentas engañarme, ¿verdad? No diré nada excepto que quería que te entregase esto. 

Junto con el cuaderno, había una... ¿marioneta?

—Es como si Peggy y Animal se hubieran acostado —señalé—. Y hubieran engendrado esto. 

—¡Mis ojos! —gritó Kazutora—. ¡Mis ojos! ¡Ahora que lo has dicho no puedo dejar de verlo! 

—Deberías irte a casa antes de que comiencen a servir la cena —dije mirando el reloj. 

—¿Tu madre y Giovanni volverán pronto? —preguntó. Dije que no con la cabeza. 

—¡Abrazo navideño! —exclamó y de inmediato me vi envuelto en lo que solo podía denominarse un abrazo navideño. 

Se suponía que aquello debía enternecerme, pero nada asociado con la cultura de la Navidad era capaz de provocarme algo semejante. No sin que resultara falso... pero aun así abracé a Kazutora como si realmente lo sintiera. Aunque, sobre todo, lo que quería era volver a tener la casa para mí solo. 

—Entonces nos vemos el día después de Navidad en esa fiesta, ¿no? —preguntó—. ¿Era el 27? 

—El 26. 

—Debería apuntármelo. 

Sujetó un bolígrafo de la mesa que estaba junto a la puerta y se escribió «El 26» en el brazo. 

—¿No tienes que apuntarte qué pasa el 26? —sugerí.

—No, eso lo recordaré. ¡Es la fiesta de tu novio! 

Podría haberlo corregido, pero sabía que tendría que volver a hacerlo más adelante. 

En cuanto Kazutora salió por fin del edificio, me deleité con el silencio. Era Nochebuena y no tenía que ir a ningún lugar. Me quité los zapatos. Luego, los pantalones. Y, como me pareció divertido, me quité la camisa. Y la ropa interior. Caminé de una habitación a otra tal y como vine al mundo, pero sin la sangre y el líquido amniótico. Qué raro. Me había quedado solo muchas veces, pero nunca había caminado desnudo por casa. Tenía un poco de frío, pero también era divertido. Saludé con la mano a los vecinos. Bebí un poco de yogur. Puse el disco de mi madre de Mamma mia y di unas vueltas. Hice un poco de limpieza. 

Luego recordé el cuaderno. No me pareció correcto abrir el Moleskine estando desnudo, de modo que me volví a poner la ropa interior. Y la camisa (desabotonada). Y los pantalones. Después de todo, Chifuyu se merecía cierto respeto.

Me impresionó mucho lo que había escrito. En especial la parte acerca de Franny, porque siempre había tenido debilidad por Franny. Como la mayoría de los personajes de Salinger, uno suponía que no estaría tan jodida si no le pasara todo esto una y otra vez. Nadie quería que terminara con Lane, que era un idiota. Quería que si al final acababa en Yale, incendiara el lugar. 

𝐭𝐡𝐞 𝐧𝐨𝐭𝐞𝐛𝐨𝐨𝐤 ♡ (𝖻𝖺𝗃𝗂𝖿𝗎𝗒𝗎)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora