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(Chifuyu)

31 de diciembre

Imagina lo siguiente:

Tal vez no tengas un amigo llamado Kazutora, con acceso a la llave del estudio de cocina de su famosa tía. 

Pero te encanta ser uno de los beneficiarios de los tesoros que acompañan a dicha llave.

Delicioso. Crujiente. Ñam, Baji.

A cambio del ya mencionado privilegio, tal vez exista la posibilidad de recurrir a una tía abuela apodada Sra. Basil E. y pedirle que telefonee a un mejor amigo llamado Takemichi y, con el discurso correspondiente, conseguir la llave de una clase de reino completamente diferente. 

¿Qué harías?

La respuesta es obvia:

Conseguir esa llave.

⋆ ˚。⋆୨୧˚

—Que golpe tan bajo, Chifuyu —protestó Takemichi en la puerta de la librería Strand—. La próxima vez, pídemelo tú mismo. 

—Si te lo hubiera pedido yo, habrías dicho que no.

—Es verdad. Veo que te aprovechas de mi debilidad por la tía Ida. —Takemichi observó al pobre Baji con desconfianza y luego lo señaló con el dedo—. ¡Y tú! Nada de intentar cosas raras aquí esta noche, ¿entendido?

—Te aseguro que no soy capaz ni de considerar las presuntas cosas raras a las que te refieres, teniendo en cuenta que no sé porqué estoy aquí —replicó Baji.

—Lector empedernido y pervertido —se burló Takemichi.

—¡Gracias, señor! —respondió alegremente Baji.

Takemichi giró la llave y abrió la puerta de la librería. Eran las 11 p.m. en la víspera de Año Nuevo. La gente paseaba por Broadway vestida de fiesta y, a un par de manzanas, en Union Square, oíamos las alegres y ruidosas reuniones de amigos.

La silenciosa librería, que nos recibía esa noche, había cerrado varias horas antes.

Para nosotros, y solo para nosotros, estaba abierta en Nochevieja.

Es bueno tener contactos.

O mejor dicho, es bueno tener contactos que llamen a ciertos amigos para pedir un pequeñísimo favor para Chifuyu.

Baji y yo entramos a Strand mientras Takemichi cerraba con llave la puerta detrás de nosotros.

—La dirección ha solicitado que, a cambio de este privilegio, ambos posen para unas fotos publicitarias llevando camisetas y bolsas de Strand. Queremos aprovecharnos de su fama antes de que los periódicos se olviden de ustedes —explicó Takemichi.

—No —repusimos Baji y yo al unísono.

—Los jóvenes de hoy en día creen que todo es gratis —comentó poniendo los ojos en blanco.

Esperó un momento como si pensara que íbamos a cambiar de idea.

Esperó unos segundos más antes de darse por vencido.

Me dijo:

—Fuyu, cierra la puerta con llave cuando salgas.

Luego se dirigió a Baji:

—Intenta algo con mi precioso niño y...

—¡Deja de tratarme como a un crío!, ¡Tenemos la misma edad! —lanzó Chifuyu chillón.

𝐭𝐡𝐞 𝐧𝐨𝐭𝐞𝐛𝐨𝐨𝐤 ♡ (𝖻𝖺𝗃𝗂𝖿𝗎𝗒𝗎)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora