¿Todo un sueño?

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Golpes estruendosos se escuchaban contra la puerta mientras Sting y Lucy yacían sentados en el suelo heridos. Adrenalina corría por sus venas. Sting giraba la cabeza para ver si había algo con qué defenderlos, todo estaba muy lejos, y la puerta no iba a soportar mucho tiempo.

Sting le acarició el rostro a Lucy.

- Lucy, - su tono era serio y triste, el rubio sabía que si eran más cómplices de Cristopher, tal vez no salieran de ese sótano con vida - quiero que corras, yo no estoy en condición pero tu corre y busca ayuda.

La rubia rió, no era la reacción que Sting esperaba.

- Lo siento Sting, yo tampoco puedo correr - se señaló un costado, estaba horriblemente ensangrentado, un pedazo de la silla la había atravesado.

- ¿Pero como... ¡Por qué no me habías dicho nada!? Has perdido demasiada sangre...Maldito Cristopher, juro que si no está muerto...yo...- su voz se quebraba.

- Calma, estoy bien, no me duele.- no era verdad, la adrenalina había bajado y Lucy sentía mucho dolor, en ese estado dudaba que se pudiera mantener siquiera de pie - Enfrentremos esto los dos juntos.- la rubia le besó la frente. Sting asintió y le plantó un tierno beso en os lábios.

- Te amo, Lucy.- ella sonrie y le contesta "También te amo" entrelazando los dedos de sus manos.

Apesar de todo, los dos se sentían libres, fuertes.

La puerta finalmente cedió.

Lo primero que ambos rubios pudieron ver fue una cabellera anaranjada Loki, y en ese mismo instante un suspiro de alivio fue dado por los dos. Lucy sonreía y lloraba.

Loki rapidamente se acercó hacia ellos dos, seguido por varios enfermeros.

- ¿Ya ves que buena ha sido la idea del GPS en tu ropa?- Lucy contuvo una risa, dolía demasiado. Sting no iba a reclamar, al final los había salvado.

- Gracias Loki...- apenas se escuchaba la voz de Lucy, segundos después, se desmayó.

- Rápido,- Sting hablaba con dificultad, él apenas se mantenía consciente...- ya perdió mucha sangre, se encajó un pedazo de la silla donde estaba atada.- antes de que los enfermeros se la llevaran al hospital, Sting le dió un beso en la frente y se la entregó al enfermero. Sé fuerte.

Todo empezaba a verse doble.

Sting no se dio cuenta en que momento lo habían montado a la camilla, ya lo llevaban al hospital.

Y pasaron un par de días hasta que Sting se despertó. Tenía pocas fuerzas, pero aún así logró estirarse y bostezar.

¡Ahh! Que buena siesta me he dado, soñé que era un dragón blanco, -pensó divertido- pero...- intentaba acostumbrar sus ojos a aquel blanco intenso del cuarto donde se encontraba- ¿Hospital? ¿Qué hago yo en el hospital?

Y todos los recuerdos llegaron como una tormenta sin anunciarse.

Lucy...Lucy, ¡Lucy! ¿Dónde está? ¿Está bien?

Y luego se detuvo a pensar, ¿y si todo fue un sueño?, uno de esos que la gente dice haberlos sentido como si fueran reales, ¿Me habré pasado de alcohol? Había sido demasiado real, apesar del dolor que había pasado, apesar de todo esperaba que Lucy fuera real.

La cabeza de Sting dolía, ese dolor de cabeza punzante y persistente que se aferra a ti, y la luz de día combinado al blanco puro de la habitación no le ayudaba en lo más mínimo.

El rubio intentó relajarse y miró a su alrededor, en la mesita a lado de su cama había agua. Decidió tomarsela. La habitación era pequeña. Tal vez fuese por que todavía se encontraba medio dormido, pero notó una cortina... el cuarto era compartido. El corazón de Sting parecía una batería que tocaba a mil por hora. Intentó levantarse de la cama, pero sus piernas no respondían ¿Cuánto tiempo había estado dormido?, pero esa no era su preocupación ahora, tenía que ver detrás de la cortina.

Caminaba torpemente hasta donde estaba la cortina, eran tan sólo unos metros, pero para él parecían kilómetros. Su respiración era pesada.

¿Y si ella está... ahí?- Deslizó la cortina con rapidez y torpeza. Se quedó inmóvil. Se olvidó del vaso que agarraba con una mano, haciendo que este cayera y se rompiera.

¡Ahí estaba! ¡No había sido un sueño!

Lucy se veía tan tranquila, sus heridas estaban sanando. Sting intentaba calmarse, una lágrima rebelde trazó todo el camino hasta el final de su mejilla. No te perdí... Le besó la frente y tomó su mano.

Y así Sting se quedó a lado de Lucy por un buen rato, al cabo de unas horas una enfermera llegó y se espantó al ver a Sting despierto, pero después de asegurarse que se había recuperado de la mayoría de sus heridas, le ofreció una silla, colocándosela a lado de la rubia. Le dijo que ella se encontraba bien, que debería de despertar entre hoy y mañana.

Más o menos a la hora de la comida Jude, Loke, Virgo, Capricornio, y otros miembros de la familia Heartfilia, visitaron a los dos rubios y Virgo soltó lágrimas al ver a Sting dormido en la silla al lado de Lucy, mientras sostenía su mano.

-¡Lucy, su príncipe de armadura dorada ha lle-!- Virgo le encajó el codo en las costillas de Loke y le hizo una seña para que se callara mientras señalaba a los dos rubios.

Loke hizo cara de molestia, pero a él le agradaba Sting, siempre y cuando no se le acercara mucho a Lucy.

Jude decía sobre las barbaridades que haría de no haber entregado a la policía al tal Cristpher y los otros, además no dejaba de hablar sobre como dejaría a Natsu sin dinero. Mientras, Capricornio sólo se acercaba lentamente hacia los dos rubios.

Por el alboroto, Sting se despertó rápidamente, desconcertado y medio dormido.

-¿Pero qué es todo este ruido?- en unos segundos distinguió quienes eran las personas en la habitación. Y en seguida se arrodilló frente a Jude.

- ¡Lo lamento! Entiendo que si no quiere que vuelva a pisar su casa y a estar con Lucy- se veía la desesperación y la tristeza en los ojos de Sting- pero por favor...- apretó los ojos y antes de continuar sintió una mano en el hombroo que le hizo abrir los ojos. Era Jude

- Sting, hijo, sé que no fue tu culpa y que hiciste lo mejor que pudiste para proteger a Lucy. Esto estaba más allá de ti. Gracias por proteger a mi preciada hija. Ahora levántate, no quiero verte de rodillas, disculpándote por algo de lo que no eres culpable, los verdaderos monstruos ya están en la cárcel y me aseguraré que no salgan de ahí.- Sting estaba en shock, que suertudo había sido al poderlos encontrar, verdaderas amistades.

Mientras lentamente se paraba, por que digamos que no era como si pudiera estar corriendo de ahí para allá todavía, el rubio se calmó y sonrió a Jude, prometiéndole que nunca dejaría sola a Lucy.

- ¿Le has preguntado ya?-preguntó Jude. Para lo que Sting negó con la cabeza. Y recordó el motivo de su salida ese día: el anillo...





Destinos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora