Anillo

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El anillo en el dedo de Lucy no era de compromiso, era de Fairy Tail, una de las más importantes comunidades que formaban parte del bar Magnolia, pero todos se habían disuelto hacía ya mucho tiempo...

Y Sting, bueno, él también tenía un anillo, pero no de Fairy Tail, sino Sabertooth, los rivales de Fairy Tail. ¿Será esa una señal? Contrarios se atraen, pero tal vez seremos rivales. Ojalá que no… ella tiene... algo.

- ¿Pasa algo?- Lucy le preguntó al rubio, que parecía en otro mundo.

- ¿Ehh? No…-A él se le había olvidado que la había estado mirando todo este tiempo, así que desvió la mirada.

El rubio terminó de comer. Colocó sus dos manos en la nuca y suspiró.

Lucy iba a retirar los platos y lavarlos cuando Sting la paró tomándola del brazo.

- No tienes que hacerlo, no es como si me debieras algo. Ya hiciste suficiente al ayudarme a limpiar y haciendo la comida.- Sting estaba serio y frio.

¿Pero qué le picó?, se preguntaba la rubia, si hace solo unos minutos estaba feliz. Lucy reparó en su mano.

Oh. Ese anillo. Sabertooth ¿huh?... Demasiado alcohol para recordar detalles, pero significa que va a Magnolia desde hace mucho, que raro, nunca lo había visto por ahí, pensó ella. ¿Habrá notado que soy de Fairy Tail?

Lucy iba a preguntarle por su anillo pero notó que Sting tenía una mirada fría en sus ojos, apretó los puños ¿Y ahora que hice para que se enojara?

La rubia dejó los platos a un lado y tomó el rostro de Sting en sus manos. Su azul tan profundo, hacía que ella olvidara el resto del mundo.

- Lo siento, ¿te hice enojar, no?- ella esbozó una sonrisa triste.

No… hiciste nada malo. Yo soy el idiota.

- Si tienes algún problema, yo estoy aquí, ¿ok?- su sonrisa se transformó en una comprensiva, Sting se sonrojó un poco, la tenía muy cerca.

Dios, rubia...

- Lo siento Lucy, no aguanto más…- Sting parecía nervioso.

Sting se levantó y atrajo a la rubia hacia él por la cintura, ella estaba sorprendida, él le levantó la barbilla y…

La besó dulcemente.

Ella no podía creer lo tiernos que sus labios eran, odiaba admitirlo pero le gustaba esa sensación, cerró los ojos, sólo podía dejarse llevar…

Él se sorprendió al sentir que Lucy rodeaba su cuello, intentando atraerlo hacia ella.

Su beso se hizo más intenso él lamió los labios de la rubia, SU rubia, como pidiendo permiso, Lucy abrió un poco la boca, ambos no querían que pasara ese momento.

Sting intentaba atraerla más a él, quería sentirla, pero la física se lo impedía, maldita física, maldijo a su profesor de física mentalmente, quien le decía que “dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo”. Al diablo con la física.

Cuando ya no pudieron más con el beso se separaron, pero no fue porque querían, sino por falta de aire. Ambos insultaron mentalmente.

Lucy, ¿qué haces?, todavía te tienes que librar de aquel otro… Al regresar a “casa” lo haré, ¡no me importa lo que diga mi padre!

No se porque no lo puedo evitar, nunca había sentido esto pero quiero que esté junto a mí-pensaron los dos rubios.

Tomó unos segundos y Lucy seguía sumergida en sus pensamientos y en los brazos del rubio cuando éste le besó el cuello y ella soltó un leve gemido, enseguida se tapó la boca y le hervía la cara.

Destinos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora