Miedo

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Sang-woo miraba atentamente aquel programa de televisión, mientras llevaba a sus labios algo de palomitas y dulces. Su cuerpo estaba cubierto con una enorme manta roja.

—Él no está bien— Ji-yeong estaba cruzada de brazos, observando a su amigo desde la silla del comedor—Tenemos que hacer algo.

—Ya intenté hablar con Ali— Gi-Hun susurró bajito aquel nombre, con miedo a que el hombre de lentes se alterara de nuevo— Pero me manda a buzón. Sae-byeok fue a su casa y ya no está, pero Jun-ho me dijo que ya investigó y aún no sale del país.

—¿Intentaste buscarlo en su antiguo hogar?

El otro hombre se estremeció negando de un lado a otro—¿Quieres que Deok-su me asesine? O peor aún ¿Quieres que Mi-nyeo me vuelva a golpear?

Ji-yeong evitó gruñir molesta—Bien, yo no temo ir a buscarlo, así que ahora, te vas a quedar con Sang-woo, lo vigilarás y vas a asegurarte de que no intente meterse de nuevo en esa bañera con agua helada y cerveza ¿Entendido?— Gi-Hun estaba a punto de replicar, pero la chica ya estaba saliendo de aquel departamento dando un fuerte portazo.

La mujer bajó rápidamente las escaleras, llegando hasta la calle donde corrió hasta la para de autobús más cercana. Una vez que estuvo dentro de aquel enorme vehículo, le mandó un mensaje a Sae-byeok, informando dónde iba a estar.

Ella no iba a negar que el miedo se apoderaba en su interior. El hecho de que Ali hubiera buscado refugio en su antigua "familia" solo era un indicador de que algo andaba mal con el pakistaní y realmente Ji-yeong odiaba pensar en que algo hubiera podido ocurrirle a su amigo. Deok-su era una persona peligrosa al igual que Mi-nyeo, no por nada ellos controlaban de manera local los robos y distribución de drogas.

Con las manos temblando levemente bajó del autobús, caminando lentamente, analizando todo a su alrededor. Una vez llegó al callejón de aquella calle secundaria, detuvo sus pasos frente a la puerta de color verde que estaba demasiado oxidada.

—¡Ali!— sus nudillos tocaron la desgastada puerta antes de gritar— ¡Soy Ji-yeong! ¡Abre por favor!

Después de unos segundos de silencio, un hombre de cabellos negros y tatuajes en la mayor parte de su rostro salió a recibirla.

—Quiero ver a Ali Abdul.

—¿Dónde están tus papás? Porque yo te veo muy perdida, niña.

Ji-yeong apretó sus manos hasta que estás se transformaron en puños listos para golpear a quien siguiera hablando de esa forma.

—Si él no sale, voy a entrar yo y créeme que no va a gustarte enfrentarte a mi.

Deok-su soltó una carcajada, pero se retiró de la puerta, dejándola pasar sin poner mayor objeción. Ji-yeong entró rápidamente, sin reparar en las flores marchitas y los restos de muebles viejos repartidos por todo el jardín.

—¿Qué haces aquí?

—Mi-nyeo por favor, no la molestes, es una amiga de nuestro invitado extranjero— Deok-su tomó un cigarro antes de ordenar a la mujer que se saliera de la casa—Tienes cinco minutos, después, yo mismo voy a sacarte. No creas que se me ha olvidado que tú y tu amigo cuatro ojos se llevaron a mi más valioso elemento.

—Él quería irse.

—Le metieron ideas en la cabeza, así que más vale que te apresures, porque tu novia no va a salvarte está vez.

Ji-yeong ignoró aquel último comentario antes de subir corriendo las escaleras, entrando a la habitación ubicada al final del pasillo. Primero, tocó, y al no recibir respuesta alguna, decidió entrar con total lentitud.

Piropos | Sang-woo x AlíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora