Ali Abdul jamás se había creído una persona que fuera capaz de mentir, de robar o de pertenecer a una banda que se dedicara a secuestrar a todo aquel que pudiera dejarle buenas ganancias, pero la vida, cambia en un instante y el amable hombre, se vió envuelto en una tormenta difícil de detener.
Su madre había enfermado gravemente y su padre fue despedido de su trabajo, todo lo que creía seguro se le vino abajo y la desesperación pronto lo consumió como fuego a la leña.
—Debo de irme del país, me acaban de ofrecer un trabajo en Corea del Sur y creo que podemos tener buenas ganancias— mentía, su lengua picaba cada que lo hacia, pero los ojos tristes de su madre y las manos llenas de sangre de su padre le dieron el valor que le faltaba para decir semejante invento.
Aunque costó trabajo, ellos accedieron a dejarle ir y Ali pronto se unió a una banda de ladrones que le ayudaron a conseguir un poco de dinero, el suficiente para pagar el primer tratamiento y los medicamentos de su madre. Se sentía culpable, pero aminoraba el sentimiento pensando en que su familia iba a estar bien. Pronto, su situación tuvo un giro inesperado cuando les encargaron un nuevo trabajo: secuestrar al hijo de un miembro importante de una adinerada empresa.
Las explicaciones fueron sencillas, tendrían que ir hasta Corea del Sur, y atrapar al hombre en un momento vulnerable, pedirían rescate y después, el señor podría irse. Ali tenía dudas sobre porque ellos tenían que ir hasta allá solamente para cumplir aquel encargo, pero prefirió no cuestionar y seguir la corriente.
El pakistaní tenía que admitir que estaba nervioso y más cuando el jefe de la mafia de Seúl: Deok-su les advirtió que debían de tener cuidado, cualquier movimiento en falso y todo acabaría en tragedia para ellos.
La noche en que se lo llevaron, vomitó a medio camino.
—Debes de dejarme ir, por favor— la voz del atractivo hombre se escuchaba con fuerza cada que él entraba a la habitación, porque al parecer solo hablaba con Ali—Te juro que te daré el dinero que quieres.
Abdul no sabía que fue lo que le impulsó a hablar, pero terminó contado todo sobre su situación y en un arrebato, le dejó ir. Se ganó la muerte, que jamás llegó porque el empresario Coreano había logrado dar con ellos. Sus amigos pakistaníes fueron llevados ante la justicia y Deok-su después de salvarle de la policía, le perdonó su error a cambio de que ahora trabajara para ellos.
Ali quería llorar de la desesperación, enredarse en aquel caos le ponía los nervios de punta, pero tenía que aceptar las consecuencias de sus errores, así que sin más remedió, se quedó en Seúl, robando para Deok-su, que poco a poco empezó a dejarle más libertades y responsabilidades, una de ellas era deshacerse de una antigua trabajadora suya: Sae-byeok.
Jamás pudo hacerle daño, al contrario, terminó siendo muy amigo de ella y de Ji-yeong. No supo explicar como se dió, simplemente sucedió que el intento de asesinato terminó en las conversaciones nocturnas y cenas que le llevaron a conocer a Gi-hun y su amigo Jun-ho.
Cuando a ellos les contó como llegó a Corea del Sur, de inmediato Jun-ho intervino, llevándose a Deok-su a prisión durante los meses suficientes como para que Sae-byeok y Ji-yeong ayudaran a Ali a conseguir un trabajo decente, con el cual, pudo lograr que su madre pagara la totalidad de sus medicamentos y tratamiento; y como si el universo se hubiera puesto a su favor, su padre consiguió trabajo, todo empezaba a componerse de forma parcial.
Fue en esos momentos cuando ellas le presentaron a Sang-woo, quien le reconoció de inmediato, aunque no dijo nada al respecto.
—Que pequeño es el mundo— había dicho una noche el hombre de lentes, después de que todos estuvieron lo suficientemente ebrios como para ya no poder estar en pie—Nos conocimos en circunstancias extrañas y ahora, al parecer somos amigos.
—Lo lamento mucho, en verdad quiero disculparme y si algún día necesitas algo, puedes decirlo, no dudaré en ayudarte.
Sang-woo pudo haberlo mandado al demonio, pero la brillante sonrisa que le dió fue suficiente como para hacerle asentir, dejando que el cigarro se consumiera mientras ellos hablaban de su día y compartían anécdotas de su infancia.
La amistad surgió esa misma noche, cosa que no sorprendió a nadie.
Sang-woo no sabía cuando el aprecio se transformó en amor, quizá fue cuando sus amigos empezaron a salir entre ellos, quizá se enamoró la misma noche en que Ali le liberó de su secuestro, las posibilidades eran infinitas, así que lo único de lo que tenía certeza era que le amaba, y su apoyo siempre sería incondicional.
Ayudarle a Ali nunca le resultó una carga, brindarle su hogar cuando Ali aún no se establecía de manera definitiva le alegró más de lo quiso admitir, compartir sus alimentos con el pakistaní le hacía sentir el hombre más dichoso del mundo, le encantaba cuando cocinaban o veían la televisión. Cualquier cosa que odiaba ver en las demás parejas, lo adoraba hacer con Ali.
Sentir amor por primera vez le resultó mágico.
Ali le resultó mágico.
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Piropos | Sang-woo x Alí
Fanfiction6 veces en las que Sang-Woo intenta confesar su amor a base de piropos y una vez en la que Alí lo hace.