Perth le explicó a Saint que la estancia en el veterinario de Squishy fue a causa de un perro de esa ganga que siempre molesta a Perth. Los de la ganga fueron tan cobardes que enviaron a su perro. Patéticos.
Por suerte, el mundo es tan pequeño que Perth sabía donde estarían hoy por la tarde. En un salón cerrado de tenis. Un salón blanco dónde andan vestidos con cortos del mismo color súper ajustados, camisetas del tan famoso color de mangas cortas, tenis del color de sus prendas y gorras del mismo color. Andan pasándose la pelota con las raquetas. Son cuatro encerrados en una sola habitación. Dos jugando actualmente y dos a una esquina de la habitación.
—Ese tal Perth debe estar llorando por su ardillita.— Se burla uno haciendo un puchero mientra golpea la pelota con la raqueta. Sonríe malvado luego de pasar la pelota.
—¡Sí! Tan bebito.— Se burla el de enfrente.
Cuando el de enfrente pasa la pelota con la raqueta y el otro va a golpear, una mano toma la pelota justo enfrente del rostro de uno de los bullies. Este permanece mirando con miedo la mano que ha aparecido de repente. Sus ojos bien grandecitos. Poco a poco voltea a mirar a la persona que ha tomado la pelota. Siguiendo el largo del blancuzco brazo.
Hasta encontrarse con "Mook" o más bien, Saint. Este anda vestido con unos cortos iguales a los de ellos, camiseta que marca sus falsos pechos, tenis del mismo color, su cabello atado a una bonita cola ondulada, una gorra verde e tenis del color tendencia presente. —¿Una chica?— Pregunta uno de los acosadores en la esquina.
Saint le sonríe cálidamente al que está asustado. Llevándose la pelota cerca de su boca que forma una macabra sonrisa de labios.
—Está bien buena que está.— Uno de los de la esquina sigue murmurando acercándosele a ella junto con su compañero.
—Ay, gracias. Me dieron estas prendas aquí mismo.— Saint hace su mejor voz femenina con una sonrisa de labios. —¿Puedo unirme a ustedes?
—Si es para jugar con otro tipo de pelotas valdría la pena.— Uno de ellos sigue tirando indirectas sucias. Saint suspira agotadamente poniendo los ojos en blanco brevemente antes de mirar al tipo tras la malla.
—¿Saben? Esta habitación es demasiado blanca. No hay necesidad de asustarse: no asesino personas, pero las torturo como si fuese miembro del infierno.
Tras decir eso, Saint tira para arriba la pelota. Esta levitando un poco mas arriba de su cabeza. La golpea cuando esta pierde gravedad y la verdadera diversión comienza. La bola cruzó por encima de la malla azotándose a la pared derecha, de ahí voló al rostro del tipo dondé le fracturó la nariz aparte de que le dejó una buena marca rojiza en el cachete izquierdo.
El de la nariz cae en sus rodillas cubriéndose con ambas manos ese extremo fracturado. Sin embargo el suelo blanco se manchó con líneas espesas de sangre. El salón se lleno de gritos. Gritos ensordecedores.
La bola volvió a rebotar de la pared izquierda hasta que Saint la volvió a sostener en mano. Este voltea hacia los dos tipos vulgares.
—Oye, tienes algo en la camisa.— El detective les dice. Uno de ellos absurdamente baja la cabeza a su camisa, el de al lado baja la mirada a mirar la camisa del mencionado y Saint solo tira la bola frente a los pies del primer mencionado.
Esa bola rebota del suelo a la cara del tipo vulgar. Noqueandolo de inmediato.
—¡MALDITA PERRA!— Grita el compañero de ese acercándosele bruscamente a Saint.
—Ey,— Saint le pone una mano en el pecho para detener la caminata del tipo quién efectivamente se detiene, lo mira confundido, entonces recibe un raquetazo en una de las rodillas rompiendo esta. Le da otro raquetazo que lo hace caer de costado con gritos inquietantes. —apuesto a que ya se te quitaron las ganas de acostarte conmigo, ¿huh? Maldito.— Ahora habla el detective con su voz de hombre. Cosa que asusta al acostado. Este niega repetidas veces su cabeza.
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𝐄𝐋 𝐄𝐒 𝐂𝐀𝐅𝐄 & 𝐕𝐀𝐈𝐍𝐈𝐋𝐋𝐀| PerthSaint (Versátil)
Humor|Saint Suppapong es un detective muy antipático que se ha alejado de su familia por razones personales. Dejando atrás a una hermana que con el tiempo se metió en problemas y ahora unos hombres la persiguen. Así que ella le encarga la misión de que é...