𝟏𝟑

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PRESENTE

La hija del mayor se despierta con la calurosa bienvenida de los rayos del sol a través de la ventana felicitándola por haberlo logrado con vida a la mañana. Con tiempos tan bárbaros como estos era un milagro amanecer con vida teniendo 28 años. Se sienta sigilosamente acomodando la cabecita de su niña sobre las almohadas con mucho cariño. Como gusanita, se arrastra por la cama con sus manitas e pies, trasero aún pegado al matre, hasta que sale de la cama igual con sigilo. Al salir de la cama con sus manos alzadas a los lados de su cabeza tal cual criminal siendo arrestada, voltea con una nerviosa sonrisa hacia su linda hija quién, afortunadamente, no despertó de su sueño.

Toda relajada la madre deja la habitación para ir a la cocina. Abre la nevera con un suspiro para ver qué hay para desayunar. —Huevos, perfecto.— Ella toma el paquete de huevos consigo. —Tocinetas, — se engancha lo otro bajo una de sus axilas. Cierra la nevera con un pie antes de adelantarse a la gaveta al lado del refrigerador. —Pan.— Finaliza su cuenta dejando lo recogido sobre la gaveta.

—Ouh. Falta un fósforo.— Sus ojos escanean toda la gaveta incluso el horno a por el fósforo. Cuando no lo encuentra abre la primera gaveta de enfrente. Ahí se congela un poco. Su agarre en la gaveta se afloja. Su bonito entrecejo se arruga. Entonces saca un documento que se titula como "Carta de Adopción".

Ella abre el documento doblado para mirar por completo su contenido. Lo que lee la hace agrandar los bordes de sus ojos. Su nombre está escrito ahí. ¡Su nombre! En letra de molde tan claro como el agua cristalina. Su conmoción es demasiada, pero escucha la calmada voz de su padre unos pasos atrás de ella:

—Nunca conocí a una mujer para tenerte, Davika.— Cuenta calmadamente el mayor vistiendo pijama de seda azúl con un gorrito de dormir. Ella se da la vuelta sujetando el documento al lado de su pecho.

—¿Qué es esto?— Interroga conmocionada.

—... Yo te adopté. No te lo dije antes porque no estaba preparado--

—¿Y esperaste a que tuviese veinte-y-ocho años para decírmelo?

—¿Mejor tarde que nunca?— Sonríe apologético Saint. Sin obtener resultados positivos de su hija.

—Entenderás cuando siga contando la historia. Ahora ¿desayuno?

Saint cariñosamente le sonríe con sus labios a su hija mientras camina en su dirección para posar a su lado y comenzar a abrir el paquete de huevos bajo la atónita mirada de Davika.

2021

Saint amaneció durmiendo sobre el sedoso pecho del moreno. Abrazado ahí con las mitades inferiores de sus cuerpos cubiertos por sábanas marrones. El sol los ilumino por la única ventana de la habitación.

—Mmgh.— Saint gruñe en el pecho contrario arrugando su entrecejo solo un poco. Hasta que finalmente despierta. Parpadeando soñoliento.

Se obliga así mismo a alzar la mirada desde el pecho, para ver al lindo chico bronceado dormir. Era demasiado lindo cuando dormía. Sus labios café entreabiertos mientras que sus ojitos dejaban notar al máximo sus párpados. Sus ronquidos no eran lindos. Eso no. Sin embargo al detective no le molestaron. Eran bajitos después de todo.

¿Saben en esas películas donde las mujeres o el hombre pare en acosadores cuando velan a la persona mientras duerme? La opinión del detective sobre que velar personas mientras duermen es acoso cambia al instante en que se encuentra así mismo, velando al bronceado. Parece hipnotismo cómo de la nada se le queda viendo. Lleva una de sus manos al rostro del bronceado con tanta suavidad que parece miedo. Miedo a tocar lo que más le atrae sin el permiso de este. Sus dedos tocan uno de los sedosos flecos del bronceado, luego le toca un cachete, corriendo su nudillo por este suavemente.

𝐄𝐋 𝐄𝐒 𝐂𝐀𝐅𝐄 & 𝐕𝐀𝐈𝐍𝐈𝐋𝐋𝐀| PerthSaint (Versátil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora