8º Corazón

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Alice murmuró para sí misma sonriendo distraídamente mientras escribía en una hoja de papel en su escritorio. Afuera, el clima era más fresco de lo habitual, por lo que sus cortinas se movían lentamente con el viento, el cielo azul claro estaba despejado y con pocas nubes. Estaba trabajando en informes que se suponía que debía entregar al Comandante tan pronto como los terminara, y cada vez que el hombre de ojos ambarinos, pasaba por su mente, su corazón palpitaba. Ya no cabía duda de lo mucho que significaba Rosinante para ella y la Teniente se asomaba constantemente a la ventana esperando ver al superior llegar en un barco. Todavía se sentía un poco insegura acerca de lo que sentía, no porque tuviera dudas, no las había, sino porque debería actuar en consecuencia. Ahora Alice pensaba mucho en él, en su sonrisa y en su voz, y en la calidez que la hacía sentir. Por mucho que estuviera concentrada en los informes, de vez en cuándo sentía que le temblaban las manos mientras se apartaban para recordar la vez que Rosinante la había tomado de la mano.

Su mano era sorprendéntemente suave al tocarla y ella sabía que era por su cuidado de no lastimarla. El hecho hizo que Alice sonriera soñadóramente, sosteniendo un lado de su rostro en su mano libre, suspirando. Si tan sólo no tuviera que salir tan constantemente ...

Finalmente, la Teniente escuchó un barco que se acercaba al cuartel y rápidamente parpadeó para ponerse en pie, corriendo las cortinas azules para mirar con esperanza. Su corazón dio un salto mortal de alegría al ver la inconfundible figura del Comandante descendiendo por la rampa, con pasos tranquilos, mientras el barco atracaba. Alice sonrió para sí misma emocionada sintiendo que el corazón le latía con fuerza en el pecho. ¡Finalmente había regresado! ¡Había llegado el momento de ver a Rosinante por fin!

Al darse la vuelta, Alice recogió rápidamente todas las hojas del informe, las golpeó ligeramente sobre la mesa para enderezarlas y las colocó con cuidado dentro de una carpeta. Pensó que el Comandante estaría de camino a sus habitaciones para vestirse con su uniforme de la Marina, así que esperó un rato antes de salir de su oficina al pasillo, con una sonrisa de entusiasmo en el rostro. No le importaron los ojos curiosos de algunos soldados que pasaron junto a ella y comenzaron a caminar por el ya familiar camino hacia las habitaciones de los superiores.

A mitad de camino, la Teniente de cabello dorado parpadeó al ver a Rosinante girando por el pasillo hacia el que se dirigía, y ambos se notaron a la vez. De inmediato Rosinante sonrió alegremente, su bata blanca colgada sobre sus hombros y el resto de su atuendo impecable e inmaculado como siempre, vestido a la perfección en su alta y fuerte figura. Alice sintió que su rostro se sonrojaba cuando sus pies automáticamente la llevaban hacia él y el Comandante la recibía de la manera cálida que tanto adoraba.

Rosinante levantó sus brazos hacia los de ella y le tocó los hombros con alegría. - ¡Alice! ¡Exactamente a quién quería ver! ¡Buen día!

Derritiéndose con el tacto y la expresión, Alice se rió suavemente y gesticuló con el rostro.

- ¡Buenos días, Rosinante! ¿Estás bien hoy? Su voz era suave y apenas amortiguaba los rápidos latidos de su corazón.

El rubio asintió sonriendo con los ojos cerrados como siempre hacía. - ¡Estoy mejor ahora, je! ¿Y usted?

Lentamente, el Comandante apartó las manos de sus hombros, pero siguió mirándola con entusiasmo y amabilidad. No hubo un momento en que la conoció en el que no se hubiera sentido lleno de energía y alegría.

- ¡Estoy muy bien! - Alice sonrió como lo hacía él sin darse cuenta, con el rostro enrojecido. Luego movió levemente los brazos y volvió a abrir los ojos. - ¡Acabo de terminar estos informes, podemos repasarlos en sus habitaciones!

𝐒𝐢𝐥𝐞𝐧𝐭 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭 ❘ Cᴏʀᴀᴢóɴ x Rᴇᴀᴅᴇʀ ❘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora