capítulo 4

1.8K 143 12
                                    

ROSE

El mismo sueño me perseguía hacía ya un par de meses.

Llevaba un vestido color negro que dejaba al descubierto mis hombros y que llegaba un poco más arriba de mis rodillas, algo que no me dejarían usar en mi vida. Las ramas y matorrales me arañaban las piernas y se creaban pequeñas heridas mientras corría a través del bosque, y el frío me recorría toda la piel al descubierto. No sabía dónde me encontraba hasta que comencé a ver que el frondoso bosque comenzaba a despejarse.

Al salir de entre los árboles la gran iglesia se mostró ante mi. Al entrar no había nadie, el eco de mis pisadas resonaba por todas las paredes hasta que me posicione en el centro del gran pasillo.

Mi cuerpo se tensó de pies a cabeza y no reaccioné para darme la vuelta. Las pisadas comenzaron a acercarse y cuando traté de huir, mis pies parecían anclados al suelo, como si tuvieran dos clavos que me impedían moverme.

Los pasos se acercaban y mi cuerpo comenzó a temblar, pero cuando la figura iba a colocarse justo delante de mi, me desperté.

Siempre era el mismo sueño. Corría con ese vestido negro y acaban encontrándome con aquella persona que no acaba de ver su rostro.

Abrí la puerta de mi habitación mientras restregaba uno de mis ojos, pero no pude evitar girar al ver quien se encontraba en casa.

— No puede ser.— corrí hasta ella y la abracé.

— Madre mía. ¿Tú te has visto?— comentó mientras peinaba mi anaranjado cabello y yo sonreí con cierta vergüenza.

Hacia mucho tiempo que no veía a mi tía Helena. No hacía muchos años vivía aquí, en Wilson, pero por algunos motivos terminó yéndose y solo hacía presencia en navidad o fechas importantes. Lo que me llevaba a pensar, ¿que hacía aquí? Que yo supiera no había nada que la entretuviera aquí.

— Espero que tengas a un millar de chicos tras de ti.— no pude evitar reír mientras me sentaba en la cama.

— Que va...— negué.— si mi madre se enterara de que tengo novio me encerraría y no me dejaría salir hasta los 92.

— Bueno, tu secreto estaría a salvo conmigo.— me dio un leve empujoncito con el hombro.

— ¿Quieres que te ayude con algo?

Pregunté mientras extendía mi mano hacia una de las bolsas para abrirla, pero la mano de mi tía tomó mi muñeca impidiendo que abriera la cremallera.

— Lo siento.— se disculpó soltando mi brazo. Sonreí negando levemente.— me he vuelto un poco sargento.

— No te preocupes, estoy acostumbrada.

— Por cierto.— comentó mientras se iba al baño y yo miraba la bolsa que no había podido abrir. ¿Que podría haber ahí dentro?— los nuevos vecinos.

No tengo ni idea de porqué, pero la cara de Frey y Kaia cruzaron mi mente. Tal vez porque habían sido con los únicos Stein con los que había hablado.

Si el silencio de Frey se podía tomar como si hablara, en cierto modo había mantenido una silenciosa conversación en él.

— ¿Que pasa con ellos?

— ¿Son guapos?— no pude evitar sonrojarme provocando la curiosidad de mi tía.— te estás poniendo roja.

— ¿Que? ¡No!— traté de cambiar de tema y me levanté de la cama.— voy a ver si mi madre necesita algo.

— Huye, pero no escaparás.— la escuché reír y negué con la cabeza con una sonrisa.

⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻ · ₍🚂₎ · ⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻⎻

Fui al instituto como todos los días, y no me extrañó que Mary estuviera junto a Leigh. Si no quería quedarme como una marginada tendría que juntarme con alguien.

— Empezarán en un par de días.— hablaba Mary antes de que yo llegara.

— ¿Quienes?— pregunté con curiosidad. Mal hecho por mi parte.

— Los Stein.— aclaró Leigh.— pero solo asistirían Kaia y Heist.

¿Y Frey?

— No lo sabemos, parece raro. Kaia y él siempre van en pack.— se encogió de hombros Leigh.

Sin querer, había formulado aquella pregunta en voz alta.

— ¿Y ese interés en el pequeño Stein?— preguntó Mary y mi cuerpo entero se encrespó.

— ¿Qué interés? Yo no tengo ningún interés, simplemente me ha parecido extraño.

Di gracias a que las clases comenzaron con la típica campana que sonaba siempre interrumpiendo nuestra conversación.

Las clases terminaron y como algunas veces, volvía con Leight a casa. Varios temas salieron en el camino pero solo uno llamó mi atención.

— ¿Una puerta blindada?— pregunté con incredulidad.

— No blindada.— corrigió Leigh.— pero sí cerrada con candados de arriba a abajo.

— ¿Que puede haber en un sótano que haya que guardar con tanta cautela?

— Algo peligroso tal vez.— soltó la peli negra.— pero eso solo hace que quiera saber lo que hay tras esa puerta.

— Leigh.— la llamé a modo de advertencia.— no quiero parecer mi madre, pero hay que tener cuidado.

— Lo sé, ¿pero no te causa curiosidad?

Mentiría si le dijera que no. Aquella familia que había llegado tan de repente al pueblo haciendo que todo se revolviera, llamaba mi atención más de lo que me gustaba. No acudían a la iglesia y según lo que me contaba mi madre habían tenido un par de conflictos en el supermercado.

— Nos vemos mañana.— me despedí de ella y crucé la calle.

Me pareció ver algo entre los árboles del bosque que había espaldas a mi casa, haciendo que me detuviera de repente.

Parecía una persona, pero por la frondosidad y la distancia, no podía reconocerla. Otro punto era que iba vestido de negro y encapuchado.
Mis sentidos volvieron en si cuando escuché el claxon de un coche y después unos brazos rodearme apartándome y atrayéndome hacia su cuerpo.

Levanté la vista para ver a mi salvador y me sorprendió ver a cierto chico de ojos azul ártico.

— Gracias.— fue lo primero que dije antes de que me soltara.

— Ten cuidado.— susurró de manera casi inaudible para después apretar el paso y caminar dirección a su casa.

—————————

¡FELIZ NAVIDAD A TODO EL MUNDO!
Aquí os dejo este capítulo como mi regalo. 🎁☺️

 𝗕𝗥𝗘𝗔𝗞 | Frey Stein (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora