❝ CAPÍTULO 1 ❞

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Faes, no Elfos

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Su sistema de seguridad no le envió ninguna notificación, pero es muy consciente de que un ladrón capaz podría anularlo si se lo proponía, sin importar lo caro que fuera.

No es eso lo que le dice que su casa a sido visitada.

Es la forma en que su felpudo se ha movido varios centímetros hacia la derecha. Chuuya no tiene memoria fotográfica, pero notar los pequeños detalles, especialmente los que no encajan, es parte de su trabajo. Por supuesto, también están los zapatos, que son un gran detalle. Por lo que recuerda, no compró un nuevo par de Martas Doc, y mucho menos las arrojó a la mitad del pasillo.

Es en este punto que Chuuya se pregunta qué tipo de ladrón es tan estúpido como para dejar sus zapatos atrás. Sin mencionar, ¿por qué escaparía descalzo?

Varios pasos y una vuelta a su dormitorio más tarde, descubre que los zapatos no se quedaron exactamente atrás.

El ladrón.

El ladrón todavía está aquí.

Chuuya entra a su habitación y, efectivamente, hay una persona real en su cama. Dormido. Incluso roncando.

—...

Durante los últimos siete años de su vida en la mafia, Chuuya nunca se encontró con un enemigo como este: roncando pacíficamente en su cama.

Se siente vacilar antes de entrar en acción. ¿Es esta una especie de estrategia retorcida para tomarlo con la guardia baja?

Chuuya echa un vistazo al intruso —joven, cabello oscuro, vendas por todo su cuerpo— y deja escapar un suspiro de perplejidad.

De ninguna manera, es este tipo algo serio que tratar. ¿Verdad?

Solo hay una única forma de averiguarlo, piensa, mientras comienza a sacudir el hombro del chico porque, incluso si parece un gatito inofensivo que vagó por la casa equivocada, Chuuya todavía quiere un descanso tranquilo en la noche después de lidiar con extranjeros molestos todo el día. Todavía tiene sangre debajo de las uñas. Necesita una puta ducha, no esto.

—Oi. Tú —dice, sacudiendo el hombro del hombre—. ¡Despierta!

Por un momento, no pasa nada. Entonces el extraño deja escapar un gemido y entierra su rostro en las sábanas, abrazando una de las almohadas de repuesto de Chuuya contra su pecho.

Guau.

Chuuya deja escapar un suspiro.

Esto es molesto.

Tenía planes para hoy: cocinar algo bueno para él, ponerse al día con el drama que ha estado viendo y tal vez, masturbarse; ha pasado un tiempo, maldita sea. Ninguno de estos planes incluía lidiar con un extraño en su cama.

No es que esto sea un problema real. Chuuya es un maldito ejecutivo de la mafia, por el amor de Dios. Una llamada, y diez minutos después, este niño-momia se encontrará en una de sus mazmorras, siendo interrogado hasta que derrame hasta el último secreto de su lengua.

Demonios, Chuuya podría hacerle suplicar que responda una de sus preguntas él mismo en menos de un minuto, pero... algo le dice que si Chuuya lo echara en medio de la noche, este borracho y vulnerable, este chico no saldría vivo o entero.

De todas las personas, Chuuya es quien mejor sabe lo que les puede pasar a las personas inconscientes que están solas por la noche. Una parte de él, que se ha mantenido firme a pesar de todos los capítulos sangrientos de su vida, se niega a apartar la mirada y dejar que le pase algo a otra persona.

Nudos Atados. •Soukoku | Bungo Stray Dogs •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora