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Joel esperaba a Erick afuera de la casa de Chris y Zabdiel, mentiría si dijera que no estaba nervioso por lo que estaba a punto de pasar, no dejaba de pensar en posibles desenlaces negativos, sólo logrando alterarse más.

Todo en su mente se disipó al ver a Erick, tan hermoso como siempre, vistiendo ese asombroso traje que se ajustaba a su cuerpo tan exquisitamente.

-Hola Er, luces asombroso.

-Hola, gracias Joel, tu también luces muy bien.

-¿Nos vamos?

Subieron al auto, Joel abriendo antes la puerta para Erick, y partieron a su destino en un silencio cómodo. Erick, con el paso del tiempo, se dio cuenta de que estaban saliendo de la ciudad y no entendía que hacían viajando en esa dirección.

-Joel, ¿puedes decirme a dónde vamos? Por favor.

-Lo siento Er, pero es una sorpresa, no falta mucho para llegar.

Pararon cerca de un bosque y Joel apagó el auto, se bajó sin decir nada y se dirigió al lado del acompañante para abrirle la puerta a Erick, extendiendo su mano para ayudarlo a salir.

-¿Dónde estamos?

-Quería hacer algo más especial que sólo una cena en un restaurante lleno de personas hablando y cenando a nuestro alrededor. Debes seguir el camino.-

Señaló frente a ellos, su corazón latió muy fuerte al ver un camino de pétalos y pequeñas luces. Joel tomó su mano dejando que lo guiara. Podía sentir un leve temblor en la mano del otro y eso lo volvía ansioso, sobre todo porque el camino parecía no tener fin y él ya quería ver lo que Joel había planeado.

Finalmente llegaron al lugar, y Erick podria jurar que de no ser porque Joel estaba detrás de él, pudo haber caído hacia atrás de la impresión.

Frente a él había una hermosa cascada aún iluminada por el sol que ya se ocultaba, su agua era impresionante, cristalina y hermosa, algo digno de admirar. Pero eso no era todo, frente a la cascada había una mesa con un mantel blanco y cubiertos sobre ella, además de dos sillas a sus extremos. Habían luces, como las del camino, alumbrando sobre la mesa, y al rededor podía distinguir muchos tipos de flores, que se notaban propias del lugar.

-¿Qué es todo esto? Está hermoso.

-Bueno, tal vez yo quería una cita contigo y solo se me ocurrió decirte que era por el lanzamiento, pero quería hacer algo más especial que eso.

-¿Una cita? Joel, esto es asombroso, me fascina.

Joel puede dar fe de que nunca había visto los ojos de Erick brillar tanto como en ese momento admirando lo que había frente a ellos.

-Creo que lo mejor es que nos sentemos, aún queda mucho por delante.

Acomodó la silla para Erick antes de traer la comida y sentarse frente a él. Sirvió una porción de lasaña en cada plato y luego un poco de vino sin alcohol en sus copas, ya que Erick aún debía seguir tomando su medicamento.

-Yo cociné así que espero que te guste.

-Se ve delicioso, gracias.- Erick le sonrió de una manera adorable antes de comenzar a comer en un silencio muy cómodo.

Duraron ahí sentado al rededor de 40 minutos antes de levantarse y sentarse en una manta que había a unos metros de la mesa.

-¿Quieres postre?

-Claro, por favor.

Joel sirvió pie de limón para ambos y se acomodó para comer viendo directamente a Erick, se le hacía imposible separar su mirada de él.

-Deja de verme tanto, por favor, me pones nervioso.

-Es que no puedo evitarlo, eres precioso.

-Basta, por favor.- era tan bonito, con ese sonrojo que se notaba aún con tan poca luz.

-Hay un motivo para que estemos aquí.

-¿Puedo saber cuál es?

-Pronto lo descubrirás.

Luego de eso estuvieron admirando como el cielo se oscurecía, estuvieron al rededor de una hora admirando las estrellas hasta que Joel decidió que era hora de hacerle saber a Erick el motivo de esa cena.

Tomó la mano del omega para que lo volviera a ver, y respiró ondo antes de soltarlo y comenzar a hablar.

-Desde el momento en que te vi, supe que eras mi destinado, han pasado casi cuatro años desde que eso sucedió, y desde ese momento he pasado cada día repitiéndome que mereces a alguien mejor, que eres demasiado omega para tan poco alfa. Al mismo tiempo, he estado buscando la manera de pedirte una cita, llevarte a cenar y decirte mis sentimientos hacia ti, pero tenía tanto miedo de que me rechazaras, he pasado cada día pidiéndole a quien sea que esté ahí arriba, que me dé las fuerzas para poder hacer esto. Creo que el momento en el que decidí que debía comenzar a actuar, fue el lunes, llegué a la joyería por el regalo de mis padres, y mientras me daban el pedido, vi este hermoso broche en forma de banana que no hizo más que recordarme ese día que te conocí, cuando sin verte sentí ese delicioso aroma tuyo. No pude evitar comprarlo y pensé que iba a tomar mucho tiempo para dártelo, pero ayer, cuando llegaste a contarme todo, me sentí tan mal, porque has enfermado por mí culpa, y no quiero eso, quiero que estés sano, y quiero cortejarte, y quiero amarte, y quiero que seas mío, quiero ser tuyo, por eso-sacó una cajita de su saco y la abrió revelando el broche-deseo que me dejes cortejarte.

-Joel...

-No, espera, déjame hablar, por favor. El primer olor que llegó a mi fue el de banana, mi fruta favorita, luego llegaron la vainilla y el chocolate e  instantáneamente me transporté a esas tardes de invierno donde mi madre hervía leche con vainilla para hacer un chocolate calentito y pastelitos de banana mientras nos acurrucabamos todos en el sillón a ver esas películas navideñas que tanto me gustaban, esos momentos que para mi siempre han sido todo, hasta ahora, porque el único todo que quiero tener eres tú. Quiero tener la sensación de estar en casa siempre, quiero salir del trabajo y poder ir contigo a cenar o solo ir a casa y acurrucarnos. Quiero poder llegar contigo a la oficina y volver contigo a casa. Quiero todo contigo Erick, por eso te pregunto si ¿dejarías a este alfa cortejarte?

Erick vio a Joel unos segundos en silencio antes de avalanzarse sobre él y besar toda su cara.

-Dios, Joel, ¡Sí! Quiero que me cortejes.

Joel sonrió feliz y abrazó a su omega antes de separarse un poco y ponerle el broche en el saco de su traje, luego volvió a abrazarlo, teniendo la cabeza de Erick en su cuello.

-Me haces el alfa más feliz del mundo.

-Soy el omega más afortunado que existe.

Permanecieron en un silencio agradable por una media hora antes de decidir que lo mejor sería irse, ya Joel enviaría al día siguiente a alguien para que recogiera todo. Joel abrió la puerta para Erick y luego se dirigió al lado del conductor, subió y arrancó el auto saliendo de ahí.

Durante el camino Erick no pudo evitar envolver la mano de Joel con la suya.

Llegaron frente a la casa del omega y Joel apagó el auto antes de volver a ver a Erick y hablar.

-Quiero entrar contigo, la última sorpresa de hoy está en tu habitación.

Mi omega huele a lo que me gusta (bananas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora