27 ;; real life

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JULIETTE 

16 de Marzo,
Madrid


A los minutos ya estábamos en el hospital. Estábamos prácticamente todos: desde Mangel hasta Auron. Yo estaba con Lanita, que me había pedido estar en la sala con ella. 

Todavía tenía que dilatar varios centímetros, por lo que estuvimos caminando de un lado a otro en el cuarto. Tenía que dilatar seis centímetros más, por lo que íbamos a estar un largo rato moviéndonos por el lugar. Las contracciones la hacían parar y quejarse segundos, pero intentaba distraerla del dolor.

Me hizo cantarle y contarle la noche con Ru. Las horas parecían pasar lentas pero cada vez que miraba el reloj, ya pasaba la matrona a revisarla. 

—How much more am I going to be like this? —preguntó Lanita, y la matrona me miro esperando la traducción.

—¿Cuanto más va a estar así?

—No creo que mucho más, una horita, quizá dos. 

—¿Escuchaste eso, Lanita? No tenes que seguir rompiéndome la mano cada dos segundos —y con eso, otra contracción hizo que se aferre a mi mano por unos segundos nuevamente—. Pero la puta madre.

 La matrona rio y se fue del cuarto nuevamente. 

—Could you get me a bottle of water, and maybe bring Luzu? 

—¡Con gusto! —le di un besito en la frente, y la deje acomodarse antes de salir del cuarto. Apenas salí vi a los chicos alrededor de Borja y las chicas con varios cafés en la mano. 

—¡Julie! ¿Cómo esta Lana? —preguntó Aro dándome un vasito de café con leche.  

—Con dolor, pero chusma. Borjita, te quiere ahí —y con eso, tomé un trago del vaso. 

—Tu dime que hacer. ¿Le doy la mano? ¿Cuando camina la sostengo del brazo, o dejo que ella se aferre? ¿Si quiere ir al baño, la dejo ir sola o entro con ella? ¿Tiene mucha dilatación? ¿Le puedo acariciar la barriga o eso duele?

—Te voy a pegar un bife si me seguís preguntando boludeces. Anda nene —lo empuje a la habitación—. Yo le tengo que conseguir una botellita de agua, ¿alguien quiere algo?

—Unos snacks no vendrían mal, se nos viene una larga espera —dijo Raúl, y Sarita, muy dormida, asintió mientras recostaba la cabeza en su hombro.

Ship.

—Te acompaño y de paso consigo las cosas —dijo Ru, y asentí mirándolo. ¿Serán las horas o cada vez es más lindo? 

Caminamos en silencio hasta la maquina expendedora. Había todo tipo de cosas, pero yo solo agarre la botella de agua. No estaba muy fría ni muy caliente, perfecta.

—¿Quieres algo, Julie? —preguntó el morocho que tenía que agacharse un poco para ver bien los botones. 

—Eee.. un chocolate no vendría mal, estoy muy nerviosa y eso me tranquiliza —suspire, apoyándome en la pared. 

—¿Hay alguna razón más profunda tras esos nervios, o es solo por Lanita? 

Me quedé en silencio unos cuantos segundos, sin saber si era el momento para contarle la trágica historia que hay tras los partos en mi vida.

—De chiquita siempre le tuve miedo al embarazo, sobre todo al nacimiento. Cuando tenía entre 7 y 8 años, nació mi hermano Marcel. Yo soñé con el parto de mi madrasta, y paso tal y como lo había pensado. Nació en la casa de verano, conmigo en la misma habitación, y con mi madrastra siendo llevada a urgencias por la perdida de sangre. Desde ese día nunca más presencie un parto —suspire y lo mire, ahora estaba enfrente mío, mirándome con pena—. Tengo miedo, Ru.

—Lanita va a estar bien, linda. Estamos en un lugar seguro, con cientos de medicos y enfermeros por si llegase a ocurrir algo. Y por el momento, tu te vas a mantener a mi lado porque no quiero que te agarre un ataque de nervios —y con eso me tendió el chocolate. 

—Compraste el Milka de burbujitas.

—Sé que te gusta ese —sonrió y me agarro la mano—. Vamos, tienes que darle el agua a Lana. 


* . °•★|•°∵ ∵°•|☆•° . *


Tal y como había dicho la matrona, una hora después Lanita ya estaba dando a luz. Tuve que abandonar mi chocolate a medias y sacarme toda la joyería de encima. Lanita había pedido que este en el cuarto cuando estaba dando a luz. Eran las tres y media de la madrugada y ya no sentía la mano, y mis oídos fueron terriblemente maltratados por el llanto de la cría. 

Claramente, estaba terriblemente nerviosa, pero en el momento en el que posaron a Oliver en mis brazos, fue como si un sueño se me hubiera cumplido. El bebé se removió unos segundos, pero se tranquilizo y abrió los ojos, con el dedito en la boca. 

—Bienvenido al mundo, Oli —murmuré, tanto Luzu como Lana me miraron lagrimeando—. Tiene orejas de Dobby.  

—Juliette —advirtió Lanita con una risa. 

—Es la verdad —ataqué suavemente—. Y tu naricita, y esa es definitivamente la barbilla de Luzu. ¿Saben que? Es definitivamente un bebé Luzu. 

Una enfermera se acercó y me lo pidió con una sonrisa, diciendo que debían asegurarse que esté todo bien, además de limpiarlo y más.

 —Julie, ¿podrías ir a decirles tu? Quiero estar con Lanita. 

—Sí sí —murmuré todavía un poco aturdida. Me saque la bata, el gorro, el barbijo y los guantes antes de salir, dejándolos por ahí. Salí con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos lagrimeando de emoción.

Oliver Luzuriaga estaba destinado a ser una lucecita en mi alma, y en ese momento lo supe todo.

Muchos pares de ojos me miraron expectantes, con ansias de una respuesta.

—Es todo un Luzu —fue lo único que pude soltar, y con eso saltaron a gritar de emoción y abrazarse entre si. 

Ru se acercó a mi, y me abrazó con fuerza. Sus manos apretaron reconfortantes, y su pecho se sintió como una almohada en la que podía descansar todo. 

—¿Todo bien entonces, Julie?

—Todo bien, Ru. 

𝐜𝐫𝐨𝐢𝐬𝐬𝐚𝐧𝐭, rubiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora