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16 de Abril,
Madrid


juliellardiz

dylanwinston
hola jul, paso mucho desde
la última vez que hablamos,
quería saber cómo estabas :)
sé que no terminamos en buenos
términos y yo te hice mucho daño,
pero quiero que sepas que nunca
fue mi intención hacerlo.
te hable porque me contó lau
que pudiste rehacer tu vida, y
solo quería felicitarte, no tenes
ni que responder a estos mensajes. 


* . °•★|•°∵ ∵°•|☆•° . *


Juliette releyó la solicitud una y otra vez, una mezcla de emociones subiendo por todo su pecho. Enojo, sobre todo: ¿qué derecho tenía él para hablarle después de todo lo que le hizo? ¿por qué tenía que hablarle en sí? 

No tenía la obligación de contestar, pero conocía a la perfección a Dylan. Si no le contestaba, le iba a insistir hasta que lo haga, y después se haría el pobrecito, como siempre. 

Ya le había amargado la vida, pero tener a Rubén al lado solucionaba todo. 

Las mañanas al lado del hombre a su lado nunca fallaban en iluminar su corazón como nadie lo había logrado. Su brazo la mantenía segura a su lado, con un agarre fuerte pero cálido, como si fuera una pluma de cariño. Su cabeza estaba encima de la de ella, por lo que tuvo que tirarse un poco para atrás y mirar hacia arriba, ya que antes estaba acurrucada en su pecho. 

Era una belleza, una obra de arte pintada por los artistas más novatos, pero que amaban la pintura como si fuera parte de ellos. Era como un ángel, pero que caía para poder jugar en libertad, en un rumbo de caos que solo lo envolvía, pero él lo aceptaba como una capa de piel. Juliette podría pasar horas admirando las facciones que correspondían al nombre de Rubén, su mano acariciándolo con suavidad, como si temiera romperlo, o que al mínimo roce desapareciera. 

Los ojos del contrario se abrieron lentamente, parpadeando para acostumbrarse a la luz que inundaba el cuarto de la chica, ya que todo el sol de la mañana pegaba sobre ellos. 

 —Nunca me voy a acostumbrar a toda esta luminosidad —gruño él, apretando a Juliette contra él con cuidado—. ¿Cómo puedes vivir con tanta luz?

—Hay personas como yo que les gusta la luz, mon amour. 

—Seres del demonio —murmuró, pero dejo un besito en su cabeza.

Ella rio, haciendo garabatos con las yemas de los dedos en el brazo que estaba sobre su cuerpo. 

—Estas nerviosa, y no de una buena manera, ¿paso algo, linda? —dijo. Tenía la voz ronca, los ojos cerrados, pero su instinto y conocimiento acerca de Juliette nunca fallaban. 

Juliette suspiró, sus ojos picando con lágrimas. Odiaba ser tan sensible.

—¿Alguna vez te hablé de mi ex, Ru? 

Él se quedó pensando, todavía no abría los ojos.

—Creo que no, mi vida. 

—Se llama Dylan, fue mi novio desde los 15 hasta los 19, y fue uno de los culpables de mis problemas. Teníamos una relación muy tóxica, él me llevaba 3 años y yo era tonta, ignoraba todo por él. Perdí muchas amistades por simplemente permanecer a su lado. Y me hice daño, deje que me lastime porque yo creía que eso era el amor. 

 Él se acomodo bien, mirándola con los ojos bien abiertos, atentos a cualquier palabra que salía de su boca. Le acarició el brazo con suavidad, como si fuera una especie de mantra. 

—Dylan quería casarse, formar una familia, pero yo no me sentía preparada, y yo- yo no- 

Juliette soltó un suspiro, sin saber como decirlo. 

—Julie, no quiero que te sientas obligada a decirme nada.

—Yo no puedo tener hijos —soltó Juliette—. Después de que mis problemas con la comida aumentaran, me dijeron que yo no iba a poder tener hijos por todos los problemas que la anorexia había generado. No es que soy infértil, pero no puedo tener hijos sin riesgo a morir. 

Rubén se quedó callado, pero se sentó y sentó a Juliette al mismo tiempo, atrayendola hacia su pecho en un abrazo cálido. 

—Él se enteró y se enojó mucho, comenzamos a discutir y me dijo que era una egoísta, que solo pensaba en mi, y por primera vez no me quedé callada. Pero se enojó mucho más y me.. me golpeó, termine internada por dos semanas por las lesiones, ya que el golpe final me hizo caer y golpear contra la punta de una mesita.

Juliette corrió su pelo, dejando ver una cicatriz en su nuca. Rubén la había visto varias veces, pero nunca quiso preguntar por miedo a incomodarla.

—Eso fue horrible, Juliette. Ni tu ni nadie merece pasar por algo así —murmuró horrorizado—. Espero que sepas que nada de eso fue tu culpa. Él es un imbécil, un abusador de mierda. 

—Ayer en la noche me habló —dijo ella, sorbiendo su nariz mientras las lágrimas involuntarias bajaban por su rostro—. Me dijo que quería saber como estaba, que nunca fue su intención lastimarme, y que me había hablado porque me quería felicitar por poder rehacer mi vida. 

—Que hijo de puta —dijo, pero giró suavemente a Juliette y la miro a la cara, secando sus lágrimas por su pulgar—. Todo lo que él te hizo nunca fue culpa tuya, tu eras joven y él se aprovechó de eso. El querer obligarte a tener una familia y enojarse por algo que tu no puedes controlar lo hace una persona más que despreciable, y sé sabe que cualquier cosa que venga de él solo es con una mala intención. 

Juliette lo miró, sus ojos llenos de lágrimas pero que ya no caían, pensó en lo afortunada que era de tenerlo a su lado, y también pensó en como no se lo merecía, pero él parecía aferrado a la idea de tenerla en un altar como si se tratase de un ser divino. 

—Prométeme que si yo te doy el sí, nunca serás así. 

—No solo te lo prometo, te lo juro, mi Juliette —murmuró, dejando un casto beso en sus labios. 

𝐜𝐫𝐨𝐢𝐬𝐬𝐚𝐧𝐭, rubiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora