29 ;; real life

5.1K 472 133
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


JULIETTE

29 de Marzo,
Madrid


Me desperté haciendo sonar todos mis huesos, una rutina muy común para mi. No podía moverme mucho por la falta de espacio, entre mis crías y Rubén. No piensen nada malo, solo se quedo a dormir porque nos quedamos jugando hasta muy tarde. 

Me levante lo más delicada posible de la cama, intentando no levantarlo. Se veía muy cómodo, acostado sobre su pecho con la espalda al aire. Odette había encontrado su lugarcito en su costado y ahí había dormido toda la noche. 

Cumplí la misión con éxito porque no se levanto ni cuando me choque la mano contra el marco de la puerta. Acariciándola, camine hasta la cocina. Mayormente no desayunaba, pero hoy iba a hacer el desayuno por estar él. 

Hice lo más rápido que pude unos panqueques, les puse Nutella porque el Dulce de Leche de acá no se compara con el de Argentina, y en el mismo plato puse algunas frutas cortaditas en rodajas. Estaba preparando el último panqueque cuando escuche a alguien arrastrar los pies hasta donde yo estaba. 

—Siento que debería admirarte, pero veo todo borroso porque sigo dormido —dijo suavemente, con un bostezo terminando la oración. Reí y le dije que se siente. Lo que menos quería era tener que levantarlo por haberse dormido en el suelo, nuevamente—. ¿Estás haciendo panqueques? 

—No boludo, budín. Y sí mi amor, si ves los 10 panqueques que hay ahí. 

—Vale, perdóooon —arrastró la o mientras se sentaba—. ¿Puedo robar uno? 

Asentí mientras terminaba de preparar el panqueque y ponía los platos en la mesa. Saque el jugo y el café. Mientras Ru comía, aproveche a poner el agua para hacerme un té. 

—Me parece algo horrendo que no tomes café. 

—Si tomó —me quejé—. Solo que no a las 9 de la mañana. 

—Es que eres como un bebé, Juliette. Un sistema digestivo demasiado sensible —lo mire mal y volví a girarme para agarrar la cajita de té. Era una caja un poco grande, con detalles dorados y varias flores pintadas. Fue un regalo de mi abuela Louise que me dio cuando yo era muy chiquita. 

Escuche como se levantaba, y tan solo unos segundos después sus manos agarraron la caja mucho más fácilmente que yo, dejándola sobre la mesada. Sus manos, casi al instante de dejar la caja, apretaron mi cintura y me giraron para poder mirarlo.

—No te enojes, Julie. Es un chistecito —sonrió inocentemente, volvió a apretar suavemente mi cintura mientras me miraba fijo a los ojos. Me tome la obligación de inspeccionarlo con lentitud. Estábamos en un momento cómodo, sin ruido si algo que nos interrumpa.

Tenía el pelo revuelto, como si lo hubiera intentado aplastar un poco pero fallando en el intento. No tenía la camisa puesta, por lo que podía apreciar los lunares que recorrían su torso y pecho como si fueran constelaciones destinadas a unirse en el cuerpo de un hombre. Tenía unos pelitos recorriendo el pecho y el ombligo, pero no podía importarme menos.

Parecía una especie de ser perfecto que amenazaba con irrumpir todo mi estilo de vida, pero eso tampoco podía importarme menos. No era como que me sentía amenazada o siquiera mortificada ante la idea de un cambio. No sería ni la primera ni la última vez, y que mejor que él para lograrlo. 

Nunca antes me había enamorado así, había tenido algún que otro novio y hasta dos novias, pero nadie me había logrado gustar de la manera que Ru lo logra cada día. Creo que al final Auron tenía razón en algo.

Me agarre de sus hombros y mis labios conectaron con los de él. Fue como un golpe de magia, de esos que golpean de una manera intensa y se niegan a dejarlo pasar. Me subió a la mesada, para la comodidad de ambos, ya que estar besándolo de puntitas de pie no era exactamente lo más satisfactorio. 

Que digo, si por besar a este hombre soy capaz de pisar hasta carbón ardiendo. 

Nuestros labios no parecían querer soltarse, pero claramente, como los seres humanos que somos, necesitábamos aire, por lo que tuvimos que separarnos. Me negué a abrir los ojos, y simplemente deje caer mi cabeza en su pecho. 

—Tengo que admitir —habló en voz baja, como si se tratará de un secreto— que he querido hacer eso desde hace un largo rato. 

Reí suavemente, sintiendo mis mejillas arder. Alce la cabeza, mirándolo con un sentimiento inexplicable. Su mano acaricio mi rostro como si de porcelana se tratase. 

—Eres como una muñeca, Julie. Ni las más finas colecciones podrían conseguir a alguien como tu —murmuró—. Y sabes que no miento porque si así fuera-

—Hubieras torcido la boca —lo interrumpí, conectando mis ojos con los de él—. No eres el único que se fija en los mínimos detalles, Doblas.

—Acosadora.

—Igual que tu —le susurre con una sonrisita, y aún con la mano en mi rostro, conectó nuestros labios nuevamente. Esto probablemente podría hacerse adictivo. 

Ninguno quería separarse, pero mi celular sonando nos interrumpió. 

—Déjalo sonar —murmuró cuando gire levemente mi cuerpo para agarrarlo. 

—Tengo que contestar, bonito. 

Él bufo mientras escondía su cabeza en mi cuello, contesté mientras dejaba un suave rastro de sus besos.

—¿Hola?

—Hi Julie —la voz feliz de Lanita resonó tras el celular—. ¿Estás con Rubius? Luzu lo ha llamado para pedirle un favor, but he didn't answer. 

—Eh, si —contesté—. ¿Ocurrió algo? 

—Necesitamos un favorcito —dijo—. Wait, ¿estamos interrumpiendo algo? 

—Lanita- 

—Sí —dijo él, ganandose un golpe de mi parte—. ¡No estoy mintiendo!

—¡Finally! —exclamó e inmediatamente le dijo a Luzu que le había ganado.

—¿Apostaste mi estado sentimental? 

—Todo el grupo, dear. Después me cuentas bien. What was I telling you? Oh! Necesitamos un favor, ¿podrían cuidar a Oli esta noche? Tenemos un evento muy importante y tenemos que ir si o si. 

—Sí sí, todo por Oli. ¿A que hora tendríamos que estar ahí?

—Eight, maybe a las siete y media. Solo vengan, por favor. 

—Ta bien, vamos a cuidar a Oli. 

—Bueno, los dejo. No quiero ninguna mini Julie por ahí todavía.

—¡Lanita!

—¡Byee!

𝐜𝐫𝐨𝐢𝐬𝐬𝐚𝐧𝐭, rubiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora