3º Especial de "Tito & Emilio"

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La tonta Lena & Emi

Emilio

Desde que tengo uso de razón me percaté del hecho de que realmente odiaba tener que pasar más tiempo del necesario con mi padre.

Ya sea por su forma de expresarse, su lenguaje o su mentalidad cerrada, Fausto Olvera siempre conseguía atacarme, ya sea con una broma de mal gusto en el momento menos indicado o con un golpe físico al encontrarse en estado de ebriedad.

Él siempre hallaba la forma de decepcionarme.

Sobre todo cuando mamá murió de cáncer.

Ese evento logró eliminar todo buen hábito de mi padre, y teniendo casi diez años, tuve que aprender a hacerme cargo de las labores del hogar.

Lavar los platos, mi ropa e inclusive su ropa, barrer los pisos, ordenar los cuartos, limpiar el polvo, entre otras cosas.

Fue un proceso de aprendizaje que se basó en un intentar algo, equivocarme y posteriormente enmendar mis errores.

Y aunque nunca he presumido al respecto, sé que soy un excelente amo de casa, después de todo, estoy seguro que muy pocas personas serían capaces de mantener el estilo de vida que llevo, considerando todas mis responsabilidades.

Di un fuerte respiro y observé mi alrededor con notable insatisfacción.

Puede que odiará estar al lado de mi padre, pero si había algo que odiaba mucho más, era tener que almorzar con la familia de su compadre, Laslo García; ya que aquello significaba tener que soportar a la lenta de Lena junto con su pasiva madre que le decía "sí" a su esposo más veces que un cura "amén" en semana santa.

Y si eso no fuera poco, sus dos hermanas menores, las cuáles eran dignas hijas de satán, estarían presentes.

―Siempre supe que nuestros retoños estarían juntos, ―aseguró mi falso suegro mientras destapaba otra lata de cerveza que su esposa ―temblando ―le entregaba.

― ¡Verás que algún día seremos verdaderamente una familia! ―le siguió mi padre dándome un profundo dolor de cabeza.

Bufé y rodé los ojos.

Siempre con el mismo cuento.

Siempre.

Desde que éramos niños ese par de borrachos tenían la mala costumbre de hablar de un inexistente nosotros. En un principio hablaban de nuestra amistad, posteriormente de nuestra futura relación, y ahora mencionan una futura boda e hijos.

Claro, cómo si eso fuera posible considerando que estoy enamorado de un chico.

Además, nunca he querido hijos propios.

Los niños siempre me han parecido desagradablemente sucios y caros.

Básicamente son una inversión que no necesariamente da buenos beneficios.

Giré los ojos y me encontré con Malena sentada a mi costado con la mirada en el suelo.

Odiaba que se encontrará asustada ante el espectáculo que nuestros progenitores protagonizaban, porque claramente está no era la primera vez que ocurría algo así.

―Salgamos de aquí, ―murmuré tomándola suavemente de las manos para no levantar sospechas.

Y apenas nos tocamos sentí de inmediato esa mirada sobre mí.

Esa mirada que de amor inmerecido que me ha regalado por años.

Sabía que me quería.

Odiando a TeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora