Potencial

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—¿Te gusta el pan con mantequilla? — Dick no levantó la vista de donde estaba sentado en el suelo, jugando levemente con sus cadenas— A mí me lo preparaban para desayunar. Muy bueno, lo recomiendo al 100%.

Después de unos segundos de completo silencio, resopló con fastidio y miró al mayordomo que estaba de pie con una bandeja en las manos.

—Así que no hablas— murmuró, aún sin ponerse de pie— Eso está bien, supongo. Puedo seguir diciendo mis monólogos.

—He hecho este tipo de trabajos dentro y fuera del mandato del señor Wilson— habló el mayordomo, logrando atrapar la atención del chico— Fueron muchos años de servicio. Y debo de decir, eres el primer prisionero en hablar tanto, muchacho. ¿No deberías de tener un enfoque más reservado?

—Me han dicho que si hablo, al final me van a terminar soltando porque los harté— admitió Dick con una sonrisa divertida— ¿Está funcionando?

El mayordomo rio entre dientes mientras colocaba la bandeja en la cama. Después, se arrodilló un poco para estar a la altura del chico en el suelo.

—Atiendo y mantengo la seguridad de una niña de 9 años con acceso ilimitado a las armas. ¿Cuánta paciencia crees que tengo?

—¿Eso fue un reto, señor Wintergreen? — preguntó Dick, alzando una ceja con duda.

—Tómelo como quiera, señor Grayson.



Al final, su desafío no duró mucho.

Slade entró a la habitación/celda y fue recibido con la vista de Dick parloteando sin parar sobre el mejor tipo de cereal y a su mayordomo asintiendo serenamente ante el discurso del adolescente.

—Me alegra que ya te pusieras cómodo en tu nuevo centro de entrenamiento, aprendiz.

Dick paró su conversación de una persona y miró con desagrado al nuevo adulto que estaba en la habitación.

—Soy Robin para ti, no aprendiz— aclaró el pelinegro, cruzando los brazos con indiferencia.

Oh, adolescentes. Siempre fue un fastidio tratar con ellos. ¿Por qué los reclutaba en primer lugar?

—Te llamaré como quiera y tú me dirás Slade o maestro— el adolescente bufó con poca elegancia ante esas palabras. Slade, por su parte, suspiró con cansancio ante la actitud del chico. Caminó hacia él y le hizo una seña al mayordomo para que dejara la habitación— No soy tu enemigo, Robin. Sólo estoy haciendo lo mejor para ti. Tu potencial se estaba desperdiciando con el murciélago y con esa excusa de equipo. Y no trates de negar ese hecho, después de todo, tú lo sabes mejor que nadie, ¿no es así?

—Eso no es cierto— replicó Dick, mirándolo en advertencia. Qué adorable, ¿pensaba que así lograría intimidar a un mercenario? — Fallaba en algunas cosas, pero estaba trabajando en eso. Era para ser un mejor equipo en el futuro, como la Liga.

—¿En serio? — el chico asintió con seguridad ante la pregunta que el mayor hizo— ¿Eso es lo que de verdad piensas o es lo que ellos te hicieron pensar?

—¿Eh?

—No me malentiendas, estoy seguro de que tu equipo pensaba a futuro— comentó el mercenario mientras se sentaba a lado de Dick— ¿Pero en qué futuro pensaban? ¿En qué futuro pensaba el murciélago?

Dick se quedó unos minutos en silencio, moviendo de vez en cuando las cadenas en sus tobillos.

—B hacía lo mejor para mí— murmuró Dick, levantando la cabeza y sonriendo con seguridad— Todo lo que hemos hecho está pensando en el florecimiento del equipo. En lograr ser el mejor equipo de héroes que haya existido. Es por el bien de todos y lograr crear un mundo mejor.

—Una acción muy noble— reconoció Slade. Sacó una pequeña daga y comenzó a jugar con ella, observando su filo— Pero supongo que en ese mundo tú no estabas incluido, ¿verdad?

El adolescente parpadeó confundido, la confianza que había juntado comenzaba a doler y se sentía incómoda en su pecho.

—¿Qué quieres decir? —exigió saber el joven héroe. Normalmente, le seguiría el juego a cualquier villano que se atreviera a secuestrarlo. Pero esta situación era diferente. Él era diferente.

—Te desecharon, querido aprendiz— anunció el mercenario. Señaló hacia Dick con la punta de su daga, como si quisiera recalcar su punto— Perdiste tu utilidad para crear ese mundo mejor, así que ya no había razones para mantenerte como aliado. Por eso te echaron del equipo y perdiste tu puesto como compañero del murciélago.

—¿Y tú cómo sabes que ya no estoy trabajando con ellos?

—Robin, creí que eras un buen detective— murmuró el mayor con burla— ¿En serio crees que fue una coincidencia encontrarnos esa noche? Al igual que tu Liga tiene contactos en el mundo criminal, yo tengo los míos en el mundo heroico. O algo por el estilo.

Ambos estuvieron en un silencio incómodo después de esa nueva información.

—También puede haber otra razón por la que ellos te echaron del equipo— habló Slade, guardando la daga en su bota— Tal vez vieron el monstruoso potencial que tienes guardado. Y en lugar de molestarse en cultivarlo y hacerlo crecer, temieron y decidieron alejarte antes de que lo desarrollaras por completo.

—O simplemente no estaban pensando de forma racional y sucumbieron al estrés que las misiones provocaban. Esto se arreglaría en una semana y ya— respondió Dick con fastidio, pero con menos convicción de la que tenía al iniciar la plática.

—Lo que te ayude a dormir por la noche, chico— dijo simplemente, poniéndose de pie. Estiró sus músculos y le dio una ligera palmada en la cabeza al adolescente que aún estaba en el suelo— Mañana comenzamos tus entrenamientos, así que trata de descansar y comer todo lo que Wintergreen te trae.

Con una última mirada a su aprendiz angustiado, Slade salió de la celda.

El plan ya había comenzado.

El canto de un renegadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora