Dos pelirrojos

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—Nos van a terminar matando— murmuró Wally, observando a la multitud de personas elegantes (que probablemente estaban muy armadas)— Nos van a terminar matando y todos estarán tristes.

—Cálmate, bebé grande— Roy le dio un golpe cuidadoso en la cabeza, no queriendo desordenar la peluca que el pelirrojo más joven llevaba puesta— Ya te dije que tengo un contacto aquí, así que estaremos bien, ¿contento?

Wally volvió a mirar a la multitud. Todos eran jefes mafiosos y líderes de grupos de asesinos. De alguna forma, habían logrado colarse en la fiesta anual más importante del bajo mundo. La mayoría de mafiosos ahí presentes no eran una gran amenaza, sólo venían a presumir el dinero que ganaban en forma de vestidos y trajes italianos. Sin embargo, había un pequeño grupo con el que debían de tener cuidado.

—No sé qué tan contento estoy cuando tu "contacto" es una asesina de la Liga de Asesinos con la que te acuestas.

—Wow, ¿quién te enseñó a hablar así?

—Tengo 15 años, Roy. Ya tuve mi plática sobre educación sexual y por qué es malo tener relaciones con villanos.

Roy decidió ignorar ese golpe y se concentró en las personas. Pudo ubicar con rapidez a quién valía la pena preguntar y quién sería un estorbo. Si Dick fue secuestrado, no hay mejor lugar para investigar que en el agujero de las serpientes.

—Este es el plan— Roy tomó las dos bandejas que estaban a su lado y señaló a un grupo que estaba en la esquina— Esos de ahí se ven de dinero, y a la vez, peligrosos. Tú vas a ir a atenderlos, ofréceles champagne o bocadillos, lo que sea. Trata de iniciar una plática o estar lo suficientemente cerca para escucharlos. ¿Recuerdas tu historia de fondo por si llegan a preguntar?

—Soy Bill, tengo 15 años y vengo de un pueblo en Kansas. Mi familia necesita el dinero y por eso acepté el empleo de mesero en la gran ciudad— dijo Wally, acomodándose la corbata que venía con el uniforme de mesero— ¿Y tú qué vas a hacer?

—Yo, mi querido Bill, voy a atender al grupo que está por allá— anunció Roy, apuntando a las tres personas en el centro de la habitación. Eran elegantes de una buena forma, sin verse ridículos ni extravagantes como los demás en la habitación.

Will analizó al trío, tratando de reconocerlos. Fue cuando uno de ellos se movió que pudo ver la insignia característica en su pecho.

—¿La Liga de Asesinos? ¿Es en serio?

—Muy en serio. Prefiero no enviar al niño de 15 años a lidiar con los adultos peligrosos en la habitación.

—Tengo poderes, por si lo habías olvidado.

—Claro, como siempre te ha ido tan bien al luchar con asesinos entrenados— Roy suspiró cuando Wally se desanimó ante el recordatorio de la última misión en la que había participado con Dick— Wally, sé que eres muy capaz de cuidarte solo. Pero, después de lo que pasó con Dick, no me puedo arriesgar a que lastimen a otro de mis mejores amigos. ¿Sí?

Wally asintió y sujetó con fuerza su bandeja. Roy tomó eso como señal para terminar la conversación y tomó las copas llenan de champagne. En unos segundos, las copas estaban perfectamente alineadas en la bandeja de Wally.

—Buena suerte, niño. Y mantén la peluca puesta— Roy le dio un pequeño empujón a Wally y el pelirrojo más joven (que usaba una peluca de cabello negro para la ocasión) salió de la cocina.

Después de unos segundos para evitar sospechas, Roy lo siguió.



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⏰ Última actualización: Sep 11, 2022 ⏰

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El canto de un renegadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora