Capítulo 1: Llamada telefónica

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"Lo siento, la madre no resistió el parto, su salud era muy delicada. Sin embargo, el niño está en perfectas condiciones..."

Todo comenzó con una llamada por teléfono, una carrera hasta el centro de rehabilitación, luego una ida hasta el hospital más cercano y aunque todo terminara con un pequeño bebé, todo había sido realmente difícil.

En algún momento de mi vida pensé que ayudar en un proyecto social entre mis años de universidad iba hacer "la buena obra" de mi vida de aquí hasta que me sintiera realizado en lo laboral y personal. Solo habían bastado cinco meses, dos veces por semana para sentir que era responsable de una chica que con tan solo 18 años que estaba en pleno desconocimiento que estaba embarazada. Había entrado al centro de rehabilitaciones de drogas como última opción para optar a una nueva vida, sus padres no querían nada con ella, su hoja de vida estaba manchada por distintos casos de robo con violencia y robo en lugar habitado. El alcohol y las drogas fue un vicio que nunca pudo dejar hasta que entró en ese centro, pero entre todo ese caos, había quedado embarazada al mismo tiempo que ingresaba al programa social. Yo, con veintitrés años, me había inscrito como voluntario para dar talleres para los analfabetos, pero en mis tiempos muertos en el patio, me sentaba en la pileta a platicar con esta chica. Era una joven muy bonita, aunque las ojeras debajo de sus ojos nunca se fueron.

Comencé a entablar una amistad con ella, le ayudaba en sus tareas de la escuela dos por uno donde daba los exámenes para terminar sus estudios. Los últimos dos meses me había dicho que se sentía mal, despertaba mareada y fatigada, pensaba que eran los medicamentos que le daban en el centro, pero no.

Esa noche del 24 de diciembre, antes de que, con mi abuelo, mi padre y mi madre nos sentáramos a cenar junto al árbol de navidad, una blanca navidad en Shiganshina, sonó el teléfono, era desde el centro, mi querida amiga se había desmayado en mitad de la cena que tenían preparada y tenía una posible hemorragia, no tenían a quién más acudir, ella solo repetía mi nombre. Sin pensarlo, me disculpé con mi familia para ir al centro, mi padre me acompañó en nuestro automóvil, luego me llevó al hospital mientras seguíamos a la ambulancia.

Pasamos tres horas en el hospital tomando chocolate caliente hasta que el doctor salió y preguntó por los familiares de mi amiga. Me acerqué rápidamente y al escuchar sus palabras, sentí como toda la crueldad de la vida se veía reflejada en un quirófano, un bebé prematuro y el cuerpo sin vida de una chica de solo 18 años.

"¿Qué sucederá con el bebé? -Pregunté angustiado, a su madre la iban a enterrarla al otro día, sin tener un momento de velarla, sin nadie en su descenso a la tierra."

"Como es un caso de una persona sin hogar, el niño será puesto en una incubadora para que sus órganos se desarrollen y luego será enviado a un hogar de menores"

Todo eso era un círculo vicioso. Padres siendo padres sin pensarlo, por accidente porque querían saber lo que se sentía tener un hijo, personas que solo pensaron en el evento, pero jamás se pusieron en el plan de que ese niño que trajeran al mundo iba a necesitar bienestar, comida, una cama donde dormir, contención, amor, habilidades, una educación, seguridad y así podría seguir, pero el ser humano puede llegar a ser tan egoísta y traer vida solo por traerla.

No culpaba a mi amiga, jamás haría eso, ella solo se metió en un mundo donde tenía algo de atención, donde trabajar no era una opción y robar sí, donde el alcohol y las drogas eran un escape sin salida para su corta edad sin compresión alguna.

"No... Ella no quisiera que eso pasara con el bebé"

"No hay otra opción, sr. Arlert, no puede ir al centro de rehabilitación, tampoco vivir en el hospital, la ley y el programa del gobier-..."

María [Aruani]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora