Capítulo 3: Fin de Semana

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-¿Cómo se me ve? -Me preguntaba Hitch al salir del baño con un vestido rojo ajustado al cuerpo.

-De muerte... ¿Lo dije bien? -Comenté con gracia mientras que terminaba de amarrarme el cabello.

-Si, pero no lo vuelvas a decir, me dio escalofríos. -Dijo antes de volver a entrar al baño.- Oye, deberías dejarte el cabello suelto, si yo tuviera ese rubio maravilloso en mi cabeza lo luciría todo el tiempo.

-Algún día, ahora deja de cacarear y apúrate. -Comenté antes de pararme del sofá para ir a la cocina para sacar las cervezas de ahí y meterlas en una bolsa de tela para llevarlas a casa de Reiner.

Iba hacer una reunión entre amigos, Reiner se había independizado hace un par de meses, una casa en uno de los suburbios de la ciudad había sido el centro de reuniones mensuales. Yo y Reiner nos habíamos conocido en una de esas tocatas ilegales debajo de un puente, mucha gente, mucho alcohol y música ruidosa, jamás entendía como terminamos con Bertholt, él, yo y Porco durmiendo a la orilla del canal de regadío con una botella de vino barato cada uno.

Esas aventuras de jóvenes rebeldes que hoy en día las recordábamos con humor, pero el control de identidad que tuvimos luego de eso no fue nada gracioso, menos con el hermano mayor de Porco y con la tía Karina cuando nos fueron a sacar de la comisaria por ser menores de edad y andar bebiendo en la calle.

Gracias a ese evento, nos comenzamos a juntar, pasar tardes juntos, conocí a Pieck y Colt, chicos de la misma escuela, con el pasar de los años nos hicimos muy amigos e incluso Hitch era parte de nuestro grupo de amigos, pero como tenía otro estilo de vida, pasaba menos tiempo de ocio con nosotros.

Cuando Hitch se digno a estar lista, tomamos un taxi hasta la casa de Reiner.

-¡Nuestras chicas llegaron! -Dijo Porco pasando uno de sus brazos por encima de mis hombros.

-Tan temprano y ya con un litro de alcohol en el cuerpo, te has superado. -Dije con gracia apartándolo rápidamente de mí.

-Le dije que esperara la comida antes, pero venía muy feliz, lo ascendieron en el trabajo. -Reiner me ayudo con la bolsa donde traía las cerveza para llevarlas a la cocina.- Hitch, te animaste a venir.

-Si, así como espero que te animes tú conmigo. -Mi amiga se acercó a la mesa para tomar enseguida un vaso para servirse un poco de refresco.

-Ah...

Negué levemente antes de dejarlos solos e ir hasta el patio donde estaba la parrilla con la barbacoa en su esplendor.

-Oh, Annie, una sorpresa.

No pude evitar esa sonrisa idiota que apareció en mi boca al verlo y escucharlo.

-¿Y eso que pudiste venir, Marcel?

-Cambio de turno, la pesquera va muy bien y gracias al tren puedo estar acá en menos de tres horas. -Dijo con una sonrisa antes de bajar su mirada a la parrilla y mover la carne y verduras asadas.

Con Marcel era un caso perdido.

Era unos siete años mayor que yo, pero apenas lo había visto esa mañana en la comisaría, el flechazo del amor platónico había sido inmediato.


"Es mi hermano"

"Me da igual"

"Es mayor, nunca te mirará como una chica, para él eres como la hermana pequeña que nunca tuvimos"

"Me da igual"

"¡Leonhart!"

"Cierra el pico, Porco"


María [Aruani]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora