Capítulo 9: Mamá

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Caminamos hasta que me di cuenta de que habíamos avanzado muchas cuadras y llegamos a la fuente de sodas que estaba cerca de casa. Armin me guío hasta la mesa más alejada en la terraza en la parte trasera del local.

Me senté en la silla que Armin apartó y me apoyé en la mesa y me tapé el rostro. No quería volver a verlo, jamás pensé que lo iba a volver a ver la verdad, no quería tener una idea de cómo se veía ese señor ahora ya luego de tantos años.

De fondo se escuchaba el mesero tomando una orden que ni al caso.

Fueron minutos donde estaba yo y mi mente en un torbellino en bucle constante hasta que sentí como movían mi silla y me apartaban de la mesa.

-Perdón, Niall necesitaba ayuda con el pañal.

Al ver como Armin se arrodillaba frente a mi y se apoyaba en mis rodillas para estar a mi altura caí en la realidad que me había puesto a gritarle al idiota de mi padre en plena calle, había dejado al bebé a la suerte en el coche.

-¡Mierda Niall! Armin, perdón, no quis-...

En ese momento me colocó su dedo índice encima de mis labios para que no siguiera hablando. Me sonrió apenas negando.

-No tienes de que preocuparte, no tienes que pensar en nada más. -Dijo con calma.- ¿Te sientes bien? ¿Ese tipo te hizo algo? Más allá de ser el maldito más desgraciado de toda la faz de la Tierra.

Lo quedé mirando unos segundos por sus preguntas.

Me estaba preguntando por mí, no me estaba regañando.

-Pero tu bebé-...

-Mi bebé está en perfectas condiciones, la que me preocupa y por eso te estoy preguntando, eres tú, en estos momentos eres solo tú -Me dijo al tiempo que movía sus manos para tomar las mías.- Nunca pensé verte así y ahora menos, siempre veía una sonrisa o una mueca extraña por algo idiota que yo digo, pero tu desesperación me dice mucho y me preocupa... -Miró nuestras manos unidas antes de finalizar.- Confía en mí, como yo confío en ti para todo... Déjame ser su apoyo incondicional esta vez.

En ese momento, cuando sus ojos azules se fijaban en los míos, sus manos le daban consuelo a las mías, cuando fui consciente que mi "jefe" y "pseudo novio sin confirmar", estaba frente a mí, colocándome por delante de todo, sentí como el corazón me volvía a latir rápidamente, sentía nuevamente esa calidez amable que sentí el primer día que llegué a casa de los Arlert.

Sin decir palabra, me puse a llorar ahí mismo, no sabía si estaba sollozando muy fuerte, solo sentía entre cada gimoteo para poder respirar y tener aliento, me ahogaba de la angustia que estaba expresando en ese momento.

Los brazos de Armin me envolvieron enseguida y me abrazaron fuerte, tal y como él lo hizo una vez, escondí mi rostro entre su cuello y hombro para sacar afuera todo lo que tenía encima, todo el dolor que guardé por años por culpa del abandono de mi figura paterna, por las veces que tuve que soportar que me golpearan los otros niños del orfanato por no hablar o no pasarle las pocas pertenencias que tenía, por las noches que me iba sin comer, por los episodios de violencia que le viven dentro de lugares estatales, la discriminación y el calvario de crecer en un lugar donde la privacidad no es una opción.

No me importó cuando el mesero se acercó a ver si todo estaba bien, no me importó estar en un lugar público, me había terminado de romper luego de tantos años.

Luego de unos minutos me separé del cuerpo de Armin y en ese mismo momento me ofreció unos cuantos pañuelos desechables. Sentí mi cara hinchada de tanto llorar, me dolía la cabeza y los ojos.

María [Aruani]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora