Capítulo 2: Papilla

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Subí las escaleras del pórtico de la casa y toqué el timbre rápidamente, el invierno aún no se iba, estábamos en pleno febrero y las temperaturas seguían rodeando los 5°C en las tardes. La casa era hermosa por fuera y sin dejar de lado el sector, estábamos a solo quince minutos del centro de Trost y el barrio era seguro y de clase media alta, era casi todo lo que una niña de orfanato desearía en su vida luego de tener que vivir la mayoría de sus años dentro de un hogar de menores, durmiendo con 10 niños más en una habitación.

La puerta se abrió dejando ver a mi nuevo jefe.

Aún no terminaba de entender como un chico tan joven y con cara de ángel, ya era padre y tenía un trabajo en una empresa internacional.

-¡Annie! Bienvenida, adelante -Dijo mientras abría la puerta en su totalidad para dejarme pasar.

Apenas atravesé el lumbral pude sentir el calor de la chimenea que estaba prendida, el olor a pan recién comprado y el sonido de una sonaja de juguete sonaban de fondo.

-Ven, te enseñaré tu habitación, permíteme -Dijo al tiempo que tomaba mi maleta de mano para ayudarme a subir las escaleras que estaba justo al lado de la entrada de la casa.

Lo seguí hasta el segundo piso, había como una pequeña salida en la subida y cuatro puertas.

-Esta es la habitación de Niall, este es el baño, esa de allá es mi habitación y esta es la tuya -Comentó tan energético, su sonrisa no se iba y me mostraba con ilusión la habitación que tenía vista a la avenida. Era una habitación amplia, una cama de plaza y media, un ropero, un escritorio y un pequeño sofá individual en una de las esquina de la habitación.- Espero que no te moleste que sea algo pequeña, las habitaciones son todas iguales, pero quería que tuvieras una buena vista de la calle y no te sintieras ahogada en esta casa.

-Nada de eso, sr. Arlert, es más de lo que alguna vez tuve. -Dije con calma aún sin poder asimilar que iba a tener una habitación tremenda en comparación a la habitación de invitados en el departamento de Hitch.

-Llámame Armin, simplemente, creo que el "señor" está de más. -Dijo casi con un toque de timidez.

-Es algo complicado, eres mi jefe. -Comenté entrando a la habitación con algo de cautela, solo para no molestar.

Hubo un silencio de unos segundos antes que Armin volviera a hablar.

-Bueno, es día domingo, puedes acomodarte con calma, cuando estés lista, estaré abajo para pasarte la copia de las llaves de la casa y ponernos al día con el pequeño. Permiso -Una ligera sonrisa apareció antes de pasar por mi lado y salir de la habitación.

Sin perder el tiempo, comencé a desempacar.

La ropa que tenía era mayormente de invierno, con el sueldo que Arlert me ofrecía iba a pagar el mes de la universidad y comprarme ropa para verano. Todos estos años hacia lo mismo.

Cuando logré irme del orfanato conseguía trabajos de medio tiempo, pero así con mis 26 años, por mi situación, se me había hecho difícil seguir la continuidad de los estudios por problemas económicos o de vivienda, hasta los dos últimos años donde había conocido a Hitch, la loca de mi amiga a la fuerza aún no entendía como llegamos a ser tan cercanas si yo apenas la podía soportar. La conocí en un taller de repostería, un crédito extra que la universidad daba, ya que éramos de carreras totalmente distintas, ella estaba estudiando administración y gastronomía, los talleres de créditos extra me servían para colocarlo en mi currículum y poder postular a mejores trabajos, pero no era suficiente para pagar lo que la beca no me cubría y poder comer. Por la misma razón, opté por el trabajo puertas adentro.

María [Aruani]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora