*Capitulo 3*

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 Desperté con un fuerte dolor de cabeza y decidí no ir al colegio para poder quedarme en casa. Al paso de unos minutos me levante y fui hacía el baño, mientras lavaba mi cara note unas marcas en mi cuello y cuando las tocaba dolían mucho, fui directo a desayunar intentando ignorarlas pero empezaron a doler mucho hasta que tuve que ir al hospital.

Eran las 15:30 y aún estaba  esperando a que me atiendan, como ya no me dolían tanto decidí volverme a casa. Al llegar lo veo sentado al lado de mi puerta -¿Qué haces aquí?- Algo nerviosa, me miro y sonrío mientras se paraba –Pasaba a verte.- Poso un beso en mi mejilla y me tomo de la cintura, fue raro, primero es una cosa horrible y ahora es un chico súper dulce. Entré a cambiarme ya que me había invitado a salir al cine y luego a comer.

Fue un día lindo, él se comportó como un chico normal y al final del día me acompaño hasta mi casa. –Gracias por haberme hecho sonreír casi todo el día- Se sonrojo un poco y me beso –No es nada,  ángel- Sonreí al escuchar sus palabras y me fui adentro feliz. –Esto es raro- Me dije a mi misma mirándome en el espejo, él era raro, yo era rara, todo. Me senté en la cocina para poder pensar más tranquila en lo de mi mejor amiga, quería saber quién o qué cosa la mato. Mientras cocinaba, ya que vivía sola porque mis padres me dejaron con la casa cuando tenía 10 años, pensaba en lo del juego tal vez tenía que ver algo con eso o con él, que siquiera sabía su nombre, reí bajo por sentirme tan estúpida.

Me senté a comer mientras miraba la tele y vi que una de las amigas de Anna había muerto, va, la habían encontrado muerta, me asuste ya que primero Anna y ahora ella. Cada vez esto empeoraba y necesitaba encontrar pistas o algo que me den una respuesta, no daba más. Las horas pasaban y yo no sabía ni en donde estaba, decidí ir a la casa de Anna para ver si encontraba algo. En el camino tuve miedo pero aun así, llegue y entre. Logre encontrar un vidrio con sangre, unos papeles, un espejo roto y una soga. Volví a casa y en cuanto entre lo vi, ahí, sentado con esa sonrisa macabra. Lo ignore y fui corriendo a mi habitación, cerré la puerta y me acosté lo más rápido que pude pero al paso de unos minutos sentí como se acostó a mi lado mientras me decía –Duerme mi princesa-.

"Enamorándome de un muerto"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora