Rayando sobre paredes
los que una vez fueron sus nombres.
Pintando sobre cuadros
los que una vez fueron sus rostros.
Lanzando escupitajos
desde los puentes más altos.
Fumando cigarrillos
tras cigarrillos.
Mirándose la una a la otra
y sosteniendo sus manos antes de lanzarse a si mismas al vacío.
Las olas rompiéndose en mil pedazos,
sus largas cabelleras ondeando al viento,
sus estelas no más que un recuerdo.
Sus vidas,
apresadas dentro de mil botellas de vidrio esperando a quebrarse.
Quemando sus nuevos nombres sobre el pasto de la casa de al lado.
Pintando sus nuevos rostros sobre la piel de los condenados.
Ellas escuchan los susurros del bosque.
Aquellos que confundieron con una canción muy antigua.
Ellas son solo una.
Ellas son dos.
Ellas son la nada misma
y el todo de la ecuación.
Dan círculos eternos a través del bosque.
Se despojan de la piel que las sofoca,
de las máscaras que las encierran.
Deciden cumplir sus sueños.
Deciden sostenerse mutuamente.
Su amistad quema mas allá de lo imposible.
Su voluntad es divina.
Abrazan la noche.
Le sonríen a las estrellas.
Ya no tienen miedo.
Ya no mas.
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Ecos de una mente
PoesíaHey, cariño ¿Escuchas eso? Son mis ecos Una vez fueron gritos, Pero ahora pertenecen a una garganta que se desangra Pidiendo ser escuchada.
