El tiro por la culata

Cap 2: La Broma a Snape

Título:  EL TIRO POR LA CULATA.

Autora:Enide-Kant

Parejas: Severus/Harry

Clasificación: M

Disclaimers: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a J.K Rowling yo no gano nada con esto, sólo cojo prestados a los personajes por un rato, para divertirme.

Aviso: Esta historia contiene Spoilers de todos los libros (los 7 libros), también es Slash (amor hombre x hombre) adulto-menor, si no te gusta, no sigas leyendo, y si eres un@ snarry fan como yo, adelante! A disfrutarlo ;D

Cap 2: La Broma a Snape

Harry estaba muy muy enfadado con Snape, su más odiado profesor en todo Hogwarts y tal vez la cuarta persona que más odiaba del mundo después de Voldemort, Bellatrix y Colagusano, y tenía pensada una venganza digna de un Potter, si Snape insistía con que él era igual que su padre pues él sería igual que James Potter y le amargaría la vida al grasiento. Durante las vacaciones de verano estuvo maquinando cosas  junto con sus amigos y poco a poco las iba a cumplir, incluso trazó con Ron algún plan que llevarían a cabo los dos durante el curso.

“Se va a enterar de quien somos los Potter!, voy a vengar a Sirius, él tuvo gran parte de la culpa de lo que le pasó a mi padrino y va a pagar por ello” pensaba un Harry furioso mientras se dirigía, a altas horas de la noche, a las mazmorras cubierto con su capa de invisibilidad, tenía pensado esperar a Snape en alguna parte cerca de su despacho, agachado y en un rincón para que no lo notara y luego seguirlo hasta su dormitorio donde esperaría que se durmiese para buscar cualquier cosa con la que atormentar al hombre, “hacer desaparecer su varita estaría bien” pensaba mientras se cubría más por el frío, “o también destrozarle sus túnicas grasientas, o teñirlas de rosa, o encogerlas”…. “o todo esto y más”

Su cabeza no paraba de maquinar trastadas mientras una sonrisa maliciosa se dibujaba en su rostro sólo con imaginarse al hombre levantándose por la mañana y encontrándose con sus túnicas rosas y sin una varita con la que poder devolverles su estado natural.

“Sí, eso haré, le quitaré la varita y se la tiraré al lago a ver si se la come el calamar gigante… y antes de eso con su propia varita para no dejar rastro de la mía cambiaré el color de sus túnicas juhjuhjuh ya verá ya…. ¡¡se va a enterar!!”

Casi sin darse cuenta había llegado a su destino, Snape estaba de guardia esa noche, lo sabía porque los miércoles y viernes le tocaba a él, lo vio en el horario de guardias de profesores que tenía Flich en su despacho, una tarde que los castigó Snape a él y a Neville por ineptos en pociones.

“Se va a enterar de lo que puede hacer un inepto, veremos si luego es capaz de decírmelo de nuevo” seguía pensando enfurruñado mientras se acurrucaba en el frío suelo de las mazmorras, al lado de una columna a esperar a que pasara el vampiro grasiento.

Esperó durante casi 20 minutos pero al fin lo escuchó acercarse con el típico “fru fru” de sus túnicas, cuando pasó por su lado le vio el rostro cansado y con ojeras, pero no le dio ni un poco de pena, si estaba tan cansado menos se iba a enterar de que alguien entraba a su habitación, así que con una sonrisa en la boca se levantó sin hacer ruido y lo siguió por el pasillo, Snape giró a la derecha y empezó a descender por unas escaleras hasta llegar dos pisos más abajo, el frío era menor que en el pasillo donde lo había estado esperando porque no corría el aire… pero aquí había más humedad. La luz de las pocas antorchas abiertas le dejaban ver a duras penas por donde pisaba, tenía que ir con cuidado… si se caía Snape lo pillaría y le pondría la detención del siglo. No, no podía dejarse pillar, no podía quedar como un inútil, tenía que vengarse por los insultos a su padre y por lo que le hizo Snape a Sirius. Con ese pensamiento renovado otra vez puso más ahínco en lo que hacía, y por fin llegaron a los aposentos del jefe de Slytherin. Era una puerta ancha por la que podían pasar dos hombres juntos a la vez y de unos dos metros de alto y acabada en pico, no era de madera normal y corriente, era de piedra como el mismo muro pero labrada y pulida dándole un aspecto serio y elegante con sus serpientes esculpidas en la roca con esmeraldas y rubíes en los ojos, otras con algo parecido al diamante y otras con ámbares.