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Canción: Rolling in the deep. - Adele.

«The scars of your love remind me of us
They keep me thinking that we almost had it all
The scars of your love they leave me breathles
I can't help feeling we could've had it all»

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Legasov.


Todos nos quedamos en un incómodo silencio, hasta que Nikolai suelta un respingo y da tres pasos hacia la puerta.

- No me pagan lo suficiente. - Reitera. Y entonces, azota la puerta con el puño mientras grita: - ¡No me pagan lo suficiente, Anatoly!, ¡Sal de una puta vez o entraré a sacarte!

Los ruidos cesan. Pero eso es todo. Diatlov no sale, nada ocurre.

Y a cada segundo que pasa, una alcoholizada y ofendida muchacha rusa puede estar haciendo una masacre si se le da la gana. Nadie conoce más el genio volátil de los rusos como un ruso mismo.

Así que rápidamente le arrebato el revólver a Oleg. Antes de hacer cualquier cosa, me aseguro de que lleva el silenciador puesto y luego le disparo dos veces al cerrojo. Y de una patada abro la puerta de par en par.

- ¡Eres un hijo de puta, Lobo!, ¡Siempre me dejas todo el trabajo a mí!, ¡¿Los Jonas brothers?!

- Maksymilian... - Me llama Nikolai.

- ¡Nunca has hecho nada útil en tu miserable vida, y ahora tenemos que lidiar con tres cantantes americanos y una multitud enloquecida por ellos! - No soy capaz de ver a Diatlov a la cara. Sé que tendrá esa estúpida sonrisa burlona que tiene siempre. Mis ojos viajan por toda la habitación, sin detenerse en la cama. La rabia me consume, quizá por el sentimiento de culpa... O quizá por Ramona.

Lo que dijo Vanya me dolió. Dolió como el instante en el que ví a Ramona muerta, a mis pies. Dolió como el instante en el que levanté mi pistola y fallé... Fallé cuando intenté matar al idiota que le disparó. Dolió como el instante en el que se fue sin que yo pudiera memorizar su rostro.

Y sigue doliendo, incluso duele más que el hecho de que mataron a mi propia esposa frente a mis narices y yo no pude ver quién fue.

- Maksymilian...

- ¡Y para colmo de males, Katina ni siquiera está en la puta fiesta!

- ¡Maksymilian! - Me grita Oleg. Miro sobre mi hombro su rostro gélido. - Nos equivocamos de habitación.

Entonces, me permito mirar a la cama. Dos muchachas me miran con terror, una tiene el teléfono en la oreja y alterna la vista entre su compañera y yo, el intruso.

- ¿Pueden enviar un guardia...? Se metieron en nuestra habitación a la fuerza... La 1413. - Dice la chica del teléfono, con voz temblorosa.

Oh, no.

- Iz... Izvinite.

Una almohada vuela en mi dirección, pero yo ya estoy saliendo pitado de la habitación con Oleg y Nikolai corriendo detrás de mí hacia las escaleras del servicio.

- ¡Maldito Diatlov!, ¡Maldito Tony!, ¡Malditos todos! - Profiero mientras corro escaleras abajo.

- ¡A nosotros no nos metas en ese saco, Legasov!

- ¡Sólo hagan silencio y sigan bajando, no tenemos tiempo!

Bajar catorce pisos, sumados los pisos del estacionamiento a pie es una tarea difícil para los tres en cantidades iguales. Oleg y Nikolai están en una excelente forma por el entrenamiento que tuvieron y el ejercicio que hacen cada día en las mañanas. Yo tambien estoy en forma. Lo que dificulta la tarea son los trajes que los tres estamos portando.

Intocables (Bratvá Zonyalenski)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora