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Canción: Ojitos Chiquititos. - Don Omar.

«Esa es una sata que ha vacila'o contigo
Y que ha puesto a gatear a to' tus amigos
La trato de cambiar pero no lo consigo
Pues me hipnotiza moviendo el ombligo»

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Lyon.

- Pobre Nikolai... De un lado a otro. - Oleg señala al mencionado, que camina por todo el balcón siguiendo los pasos del señor Diatlov.

Aunque en este preciso momento me encantaría ser él. Porque mi panorama... Bueno, mi panorama no es precisamente el mejor..

- Los hermanos la están pasando increíblemente bien y nosotros aquí, rodeados de otros guardaespaldas que seguramente están pensando lo mismo que nosotros. - Prosigue antes de darle un sorbo a su soda. - ¿Por qué estás tan callado?

Lo miro durante unos segundos antes de volver mi vista hacia Vanya, que da un paseo por todo el club sobre los hombros de un extraño mientras a su alrededor la gente baila como si esto fuera el Tomorrowland.

Oleg sigue mi mirada y chasquea la lengua.

- Entonces son celos. Ah, debí imaginarlo.

- No son celos. - Lo interrumpo, exaltado. - Sabes que no soy mucho de hablar.

- Ajá. Tú repite eso hasta que te lo creas. No me quieras ver la cara, que soy un hombre casado y yo en algún momento también fui celoso. - Me extiende la soda y yo niego con la cabeza. Ante mi negativo le da el último trago a la botella y suspira. - Hermano, el primer paso es la negación. Y ya hemos pasado por la negación tiempo atrás, se supone que estabas en resignación.

- ¿Puedes estar en silencio por una vez en tu vida, hermano? En serio, no estoy de humor para tu psicoanálisis.

Ignora mi petición y sigue hablando. - Y claro, como suponía, ese mal humor se debe a los celos. Ay, hermano, si tanto quieres estar con ella, baja y búscala. Aquí arriba no vas a lograr nada.

- No te las des de genio, Oleg. ¿Crees que si no quisiera estar con ella no lo estaría en este momento? Esa cinta y mi propia cordura son lo que me mantiene aquí arriba. - Le espeto, enojado. - Porque yo podré estar completamente enamorado de ella, pero soy su guardaespaldas y únicamente eso. Si ella quiere ir a tirarse a todo el que se le pase por el frente, está en todo su derecho, joder.

- Celos. - Canturrea Oleg. - Tienes razón, eres su guardaespaldas. Aunque creo que estás exagerando un poco. Ella solamente está... - Entonces, abre los ojos como platos y se ahoga con su propia saliva. - Russkiy potseluy.

Mis ojos se apuran a buscarla y cuando por fin la encuentro entre la muchedumbre, compruebo que lo que dice Oleg es verdad.

Vanya está en medio de un beso ruso.

Maravillosa velada.

- Déjala. Es una mujer despechada.

- Ella no le debe fidelidad a nadie y mucho menos a mí. No tengo derecho a entrometerme. - Digo como restándole importancia. Porque aunque por dentro me arda la sangre, sé cuál es mi trabajo, y no es ponerme de posesivo con ella.

Intocables (Bratvá Zonyalenski)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora