IV: "MEMORIES AND REPROACHES"

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Londres, Reino Unido [actualidad]

Ambas energías reencontradas después de tanto tiempo, se quedaron perplejas ante tal suceso —volver a coincidir—. Después de intercambiar miradas llenas de dolor, culpa y sentimientos que, a pesar de haber pasado tantos años, seguían latentes, la lacia decidió romper con aquel silencio que se apoderaba del momento, junto con una tensión tan fuerte que podía palparse desde lejos.

  —Creo que debemos hablar —soltó en apenas un susurro con voz cortada la de mirada avellana, ya que su mente y su corazón la estaban torturando con el último recuerdo que tenía de su amado, en aquella noche que tuvo que irse de su lado.

  —¿Tu crees? —espetó casi gritando con gran dolor y coraje el de orbes celestes a la menor, ya que no podía contener dichos sentimientos que le causaban estragos en las noches más oscuras del año... que era cuando la extrañaba más que nunca.

  —¿Podemos no hacer una maldita escena en medio de la calle y hablar como los seres civilizados que somos? —dijo la más baja en un tono de regaño hacia él pero sin alzarle la voz.

  —Bien —contestó el más alto en un tono serio, pero sin ser grosero o herir los sentimientos de su amada Avaia. —¿A dónde vamos? —le cuestionó.

  —Vamos a una cafetería que esta aquí cerca, créeme, conozco muy bien esta ciudad —le respondió en un tono neutro la castaña.

  —Ya lo creo —mencionó él en un tono irónico, pero la avellana lo dejó pasar.

Todo el camino estuvieron en silencio, evitando a toda costa el contacto físico y visual para no hacer más incómodo el momento, aunque ambos morían por perderse mutuamente en los ojos del otro como solían hacerlo en el clímax de su relación, o simplemente cuando se miraban en sus primeros encuentros; no había ninguna duda de que el sentimiento, sin importar el que fuera, era mutuo, y esto atormentaba a estos dos, ya que podían sentirlo en lo más profundo de sus almas, las cuales estaban entrelazadas desde el primer contacto que hicieron. Al llegar al destino acordado, Druig miró el local con algo de asombro, ya que era pequeño y acogedor, definitivamente un lugar ideal para poder aclarar los malos entendidos y los problemas que venían persiguiendo a dichas almas en desgracia desde 1698. En el momento en que entraron, el caballero le cedió el paso a la menor para que se adentrara primero en dicho lugar; encontraron una mesa con vista a la avenida en donde estaba situado dicho establecimiento y sin más se sentaron, quedando frente a frente.

El segundo contacto visual fue todavía peor que el primero, ahora la mirada del zafiro juzgaba severamente a la avellana, deseoso de saber la explicación que le debía y tenía todo el derecho de conocer; aunque en lo más profundo de su ser, quitando de en medio su orgullo y corazón heridos, quería saber que fue lo que él hizo mal para que todo acaba así sin más, ya que era algo que lo atormentaba desde el día que dejó de ver esos orbes avellanos, pensando que se habían cerrado para siempre.

La lacia también la estaba pasando mal con sus propios achaques mentales mientras ésta última reflejaba un conjunto de emociones en su expresión que provocaba en el mayor una clase de juego en su cabeza, ya que sus ojos le mostraban arrepentimiento y dolor, pero su lenguaje corporal le daba la impresión de que se estaba haciendo la fuerte. Por la mente de la chica, pasaban un torbellino de ideas, recuerdos, sentimientos y un cúmulo de emociones que la hacían querer quebrarse en el momento indicado; una parte de ella, su corazón para ser más precisos, le suplicaba a gritos que le contara como se sentía, por qué razón tuvo que hacer lo que hizo aquella noche en que todo el poderoso e intenso amor que surgía de esta unión, se tuvo que apagar sin más; pero su razón intervino, recordándole el motivo de por qué tomo tan abrupta y arrebatada decisión. Ella se quería mostrar fuerte, e incluso hasta algo altanera y pedante para dejar de lado su ridícula fragilidad, pero no se podía mentir a sí misma, y tampoco podía mentirle a su gran amor, ya que ambos se conocían bastante bien el uno al otro.

Adored Agony Donde viven las historias. Descúbrelo ahora