IX: "REST FROM PAIN"

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Druig salió de la atmósfera de la Tierra con cierta rapidez que sólo conocía por Makkari he hizo que quedara frente a su creador. Ambos se dedicaban miradas retadoras, hasta que el joven Eterno decidió hablar con Arishem.

  —Hola, papá, ¿Cómo estás?,¿Qué me cuentas?, ¿Qué dicen mis hermanitos eternos regados por el universo cumpliendo sus misiones suicidas? —espetó con sarcasmo ante el celestial dándole a entender que estaba realmente molesto con él por el engaño en que lo tuvo durante tanto tiempo.

  —Tu altanería y tu constante insolencia siempre han sido los detonantes de tu arrogancia, y gracias a ella y al don que te concedí tienes muy clara tu posición, pero ese mismo es tu problema. Siempre has tendido a desacatar las ordenes que se han dado desde tu primera misión, siempre poniendo un pero ante todo lo que se te ha ordenado hacer y cuestionando cualquier cosa que se te pide. ¡Sólo tenías una tarea, Druig! —replicó aquella figura roja gigantesca ante el comentario del Eterno.

  —Si no te agrada mi actitud, ¿Por qué no me matas? —le contestó a Arishem el de orbes zafiros. —Ambos nos liberaríamos de una carga.

El gran celestial lo miró detenidamente mientras indagaba en sus memorias para entender por qué uno de sus mejores eternos había dicho tal atrocidad, hasta que encontró la causa de esa respuesta tan descortés.

  —Eso es exactamente lo que quieres, ¿o no? —dijo en un tono retador el celestial. —Deseas que se te quite la vida para que te puedas liberar de ese dolor que te ha perseguido por varios años; quieres que se te remueva del sufrimiento y la desgracia en la que te ha sumergido esa chica. —mencionó mientras intentaba irritar al castaño; estaba jugando con su mente. —¿Es una bruja, cierto?, ¿Avaia Harkness?, ¿Ese es el nombre de la terrana que te ha hecho todo esto? —comentó Arishem.

—¡Deja de indagar en mi memoria! —le gritó el de mirada azulina. —¡No tienes derecho a...

—¡¿Qué no tengo derecho?! —replicó interrumpiendo con gran molestia el celestial ante el comentario del eterno; incluso hasta en los rincones más alejados del sistema solar se pudo oír el estruendo que provocó su grave voz. —Por si lo olvidas, yo te creé y tengo todo el derecho de ver tus recuerdos si me place, así que ¡Jamás! vuelvas a prohibirme entrar en tu memoria, ¿Quedó claro? —le preguntó él, a lo que Druig sólo agachó la cabeza.

—Entonces... ¿Qué harás conmigo? —preguntó con algo de resignación el joven.

—No esperes que te libere de la condena que implica un corazón roto, porque ese es el precio que pagarás por matar a un celestial. —contestó Arishem mientras veía detenidamente a los orbes oceánicos de Druig. —Tu castigo será permanecer en la Tierra por el resto de la eternidad y vivirás el dolor que tú mismo te creaste cuando le jugaste esa mala partida a esa bruja. La verás enamorarse de otro y la verás ser feliz, así como también la verás morir. Eso es lo que te mereces, y agradece que fui considerado contigo.

Sin más, Arishem devolvió a Druig a la Tierra en el lugar en donde estaba con su amada Avaia, pero se percató de que ella no estaba en aquel sitio y no pudo evitar sentir ese escalofrío característico recorrer toda su espalda de nuevo; había sentido de nuevo el miedo de perder a la avellana y no encontrarla. El castigo estaba comenzando.

Por parte de Avaia, en cuanto ella entró en esa clase de trance en el que se había sumergido en la ausencia de Druig, pudo entablar conversación con una mujer que jamás en su vida había visto. La mujer era bien parecida, poseía una piel pálida y unos orbes jades como los de su hermana Ágatha, tenía el cabello rojizo y algo ondulado. Al igual que la castaña, las facciones el rostro de la pelirroja eran muy similares a las suyas; como la nariz y los pómulos, finas y delicadas; llevaba puesto una clase de traje negro con rojo que la hacía lucir con bastante carácter.  La avellana sabía por su desarrollada intuición que se trataba de una bruja al igual que su mágica familia, pudo sentirlo ya que ella portaba una gran fuerza que jamás había conocido, se trataba de una clase de energía con tonos rojo escarlata que emanaba de su cuerpo, se podía decir que la fuerza entre las magias (la fuerza de la magia de Fara y Avaia juntas y la de la extraña pelirroja) eran casi iguales.

Adored Agony Donde viven las historias. Descúbrelo ahora