VII: "SECRETS RELEASED"

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Se llegó al lugar acordado; entrando a la casa del padre Azrael, Avaia intentó hacer contacto visual con el castaño de orbes celestes, pero le fue imposible, debido a que cada vez que lo intentaba, podía sentir la mirada de su padre sobre ella, como si ésta fuera una advertencia de que no hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse después. Graeae y Ágatha solo contemplaban la peculiar y extrañamente perfecta simetría del rostro de Druig, a lo que esto él se sintió un poco cohibido, ya que sólo Avaia lo miraba de esa forma, pero solo se le ruborizaron un poco las mejillas.

El padre Azrael podía ver toda la tensa situación que se estaba creando en la sala de estar de su pequeña y humilde choza, así que invitó a todos a sentarse en su mesa, en la que apenas cabían seis personas. Parecía que dicha mesa estaba hecha para ese momento, ya que poco a poco, cada uno de los que estaban en la casa del cura, fueron tomando su respectivo asiento, y con esto se dió la impresión de que cada quien sabía donde debía sentarse.

Abdel se sentó en la cabecera de la mesa donde habitualmente se sentaba el padre Azrael, ya que estaba en la entrada de la cocineta en la que el canoso preparaba sus respectivos alimentos para merendar, o en algunos casos, solo prendía un poco de fuego para calentar agua para tomar un poco de té o un poco de leche fresca.

Graeae, por su parte, tomó asiento del lado izquierdo de su esposo, ya que ésta señal siempre era interpretada por brujas, hechiceros y cualquier ser mágico que, al estar del lado del corazón se creaba una conexión única; no importaba el obstáculo que se estuviera pasando, los concubinos siempre estarían juntos para apoyarse mutuamente y hacerse saber que sin importar lo que pasara, no se dejarían solos ni un instante.

Ágatha tomó asiento de lado izquierdo de su madre, quedando frente al padre Azrael; Avaia quedó del lado derecho de su padre y del lado izquierdo del cura, y Druig estaba sentado en el lado contrario de la cabecera, quedando frente al padre de su tan especial Avaia, su chica de los orbes avellanos.

La atmósfera del ambiente cada vez se sentía más pesada mientras pasaban los segundos que parecían siglos para los integrantes de la familia Harkness, y también para el cura y el joven Eterno. El padre Azrael les sirvió a todos un vaso de té, pero Abdel y Druig no tenían intensiones de tener solo un rato agradable como dos viejas amigas de toda la vida, habían ido por un propósito; aclarar toda la situación entre el y su preciada hija Avaia, fue ahí cuando el padre de la menor decidió romper dicho silencio envolvente que se había formado en aquel comedor de madera gastada y preguntó de forma directa:

  —Bueno, ya nos queda claro que conoces a mi hija, Druig, pero necesito saber los detalles. No me basta con saber que se vieron en un bosque a solas. —espetó el, sin ningún tipo de anestesia.

Druig estaba nervioso ahora, ni siquiera tuvo un sentimiento parecido cuando vio por primera vez a un desviante, o cuando vio a Thena con el mal de Mahd Wy'ry, pero no iba a mostrar su vulnerabilidad por ningún motivo frente a quien podía ser su... ¿suegro?. Ni siquiera sabía a ciencia cierta el significado de aquella palabra que le causaba un extraño escalofrío por el cuerpo, dicho que nunca había tenido uno, así que decidió atormentarse con ese tipo de pensamientos más tarde ya que tenía que concentrarse en no verse débil para el padre de Avaia, ya que era duro como una piedra, pero haría lo que fuera por ella, por su Avaia.

  —Amm, pues... —titubeó un poco el de orbes celestes y sintió como le costaba trabajo pasar saliva. —Ella y yo nos conocimos en el bosque, el miércoles como su hija ya le comentó, señor —replicó. —Ella se encontraba recolectando unas rosas blancas y rojas y la contemple por un par de segundos, y de un momento a otro ella...

Druig hizo una breve interrupción para ver a la castaña, y ésta al encontrarse con su mirada oceánica, le suplicaba a través de sus ojos no comentar nada de lo que vió cuando ella estaba flotando, ya que era muy arriesgado que alguien supiera que ellos eran una familia poco común por su mágica naturaleza, aunque Avaia no era conocedora del hecho de que él sabía su secreto, así que mantuvo el suceso entre ellos ante su familia y prosiguió.

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