V: "DISCLOSURES"

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Salem, Massachusetts [1690]

Llegó el domingo, día de misa en Salem y no se perdonaba a los que faltaban a esta fiel costumbre en el pueblo. Los Harkness estaban algo estresados por esto, ya que ellos no predican la misma religión debido a su mágica naturaleza, pero no podían ausentarse tampoco durante estas horas, ya que levantaría todavía más sospechas de las que ya tienen los habitantes de este pueblo hacia la familia, y ni Graeae y Abdel querían que sus hijas se vieran envueltas en un problema tan grande que acabara en catástrofe.

  —Pero mamá... —exclamó quejándose la dulce Avaia sobre el tener que ir a aquella capilla que estaba a 10 minutos caminando de su hogar, mientras ella se volvía a cubrir con las sábanas y cobijas que su madre anteriormente le había arrebatado con la intensión de que se levantara de aquel colchón en donde estaba tumbada.

  —Pero nada Avaia, tenemos que ir aunque no seamos católicos, su padre y yo no queremos que los pueblerinos sigan sospechando de nosotros. —respondió de tono firme ante el quejido de su hija menor, sacando de la cómoda la ropa adecuada para poder asistir a dicho lugar.

  —Que piensen lo que quieran esos malditos ignorantes, no me importa. Estoy con Ava, no me voy a levantar de mi cómoda, caliente y suave cama para quedarme a oír al padre Azrael hablando sobre Dios y todas esas mentiras en esa fría y estúpida capilla. —espetó con un tono soberbio y fuerte la joven Ágatha, ya que ella, al igual que su hermana, se negaba rotundamente a mostrar una cara ante el pueblo de Salem de algo que ellas no eran.

  —No te expreses así Ágatha, tu madre y yo no te hemos educado de esa forma para que uses ese lenguaje en la casa, y menos para que denigres el trabajo del padre Azrael. —contestó Abdel con un gran tono de voz a su hija mayor, entrando de golpe a la habitación de las menores mientras apoyaba a su amada Graeae con la idea de que fueran a misa. —El padre Azrael sabe sobre nuestra naturaleza y nunca le ha dicho nada a nadie, así que lo único que podemos y debemos hacer es ir a esa estúpida capilla como tu la llamas para apoyarlo en lo que necesite, aún así vaya en contra de lo que creemos y lo que somos. —le respondió de forma firme y con autoridad a su hija mayor, mientras esperaba a que su retoño cambiara su actitud.

Avaia en cuanto vio a su padre cruzar la puerta de su alcoba, rápidamente se levantó de su cama y empezó a tender la misma, ya que no le gustaba cuando su padre se molestaba con ella o simplemente cuando le llamaba la atención, así que la de orbes avellanos modificó su actitud y hasta ayudó a su madre a sacar la ropa que se pondrían las damiselas que vivían en esa casa, ya que solo faltaban las tres mujeres que habitaban ahí de estar listas y partir al lugar acordado.

Al contrario de su hermana, la joven Ágatha aún se negaba a ir a la capilla, pero una amenaza la tomó por sorpresa.

  —Si no te levantas de esa cama ahora mismo, le diré la verdad a tu querido noviecito granjero —amenazó su padre con un tono de voz bastante alto e intimidante, que solo usaba cuando protegía a su familia de algún rufián o cuando hacía algún hechizo poderoso.

La de orbes jades se levantó de su cama pero no para obedecer a su padre, ya que ella no dejaría que ni su progenitor ni nadie en la Tierra quisiera hacerla menos o intimidarla, así que sacó de su mano una pequeña bola de energía purpura —ya que éste era su color distintivo— y le dijo a su padre ciertas palabras.

  —¿Sabes, padre? Estoy algo cansada de tener que obedecer ciegamente a tus órdenes y a las de mi madre, no me gusta rendirte cuentas de lo que hago, digo o cualquier cosa que me involucre, así que si digo que no iré a esa capilla, es porque no iré ¡Y Punto! —espetó con un tono de voz alto y retando a su padre la de mirada esmeralda, poniéndose en una pose de pelea, ya que sabía que esto acabaría de una forma muy poco civilizada.

Adored Agony Donde viven las historias. Descúbrelo ahora