Empezaron a sospechar.
— ¿Qué pretendes, Kayra?
— Solo es mi amigo.
— Tú sabes que no. Lo dejaste de ver así hace mucho tiempo.
Quería negarlo, pero no podía. Simplemente se había terminado enamorando. Pasar las tardes con él era lo mejor de su día. Y cuando estaban separados, lo extrañaba más que a nadie. Tenía más amigos, pero con ninguno se había sentido así. Quizás, porque hace rato había dejado de serlo.
— Es peligrosa, Kaspen. — explicó su padre.
— Es una niña.
— Es una ninfa.
— Eso no la hace menos persona.
— No es normal.
— Entonces yo tampoco.
— ¿Ves? Te está transformando en algo que no eres.
— O tal vez solo está sacando a la luz quien he sido realmente todo este tiempo.
Lo sabían. Por ambas partes, lo sabían. Y harían lo necesario para impedirlo.