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— ¡No puedes hacer eso! — gritó Kayra, con lágrimas bañando su rostro, ojos rojos, nariz irritada, corazón roto —No puedes seguir buscándome. No puedes escribirme una carta. No puedes llamar mi nombre en la oscuridad. No puedes regalarme todas esas palabras. ¡No puedes enamorarme cuando estoy intentando olvidarte!

Se estaba derrumbando. Estaba cayendo ante sus ojos y era muy cobarde como para sostenerla.

— Por favor... — se acercó. Kayra retrocedió. — Por favor no me olvides.

— Por favor olvídame.

— No puedo. — se apresuró a decir.

— Olvídame porque nunca estaremos juntos. El mundo no va a dejarnos. No van a permitirlo. Nunca lo lograremos.

—Amándote encontré mi libertad.

— ¿Sí? Porque a mí me la quitaron.

Llevó sus manos hacia su rostro, cubriéndose. Se dio la vuelta. No podía mirarlo. Dolía mucho.

— Nunca había amado así.

Tampoco yo.

— Aprenderás a amar de nuevo. A alguien que te dé todo de ella. Que te amé bien. Que te llene de alegrías y magia. No oscuridad y quemaduras.

— Kayra. — la tomó de los hombros, girándola para poder mirar los ojos en los que perdía todas sus defensas — No importa cuanto duela, estoy dispuesto a todo por ti.

Se sostuvieron el uno al otro, entre llantos y lágrimas. Sentían como sus cuerpos morían desde su interior, pero más dolía perder el corazón y el alma.

Última Llama de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora