Lo lograron. Sin que ellos lo supieran, habían encontrado la forma. Y cuando lo vieran, desearían jamás haber roto sus reglas.
Fueron al bosque como cada día, pero algo se sentía distinto. Ignorando todo, corrieron a abrazarse. Pero al mínimo contacto, la piel de Kayra se tornó negra. La de Kaspen quemaba.
— ¿Qué está pasando?
— Magia. Oscura y cruel. Esto es mi culpa.
— No digas eso. — pidió Kaspen, siempre en su dulce forma. Pero en su brazo estaba la marca de su error.
— Déjame arreglarlo.
Pero ya no había nada que hacer. Intentó razonar con su gente, pero estaban decididos a seguir con sus principios.
"Mientras estén juntos, solo se harán daño."
Era algo impuesto por su pueblo, pero fueron ellos quienes terminaron haciéndolo real.