Querida Kayra, te extraño todos los días. Voy al bosque buscando tu presencia, pero nunca estas ahí. No se como explicarte que ya me acostumbré a ti y que ahora no puedo vivir. Me haces falta, en cada momento.
Extraño tu sonrisa. Quizás no lo sabías, pero es el único analgésico efectivo para mí. Verte sonreír es lo único que me alegra el corazón. Siempre la tengo en mi memoria y es adonde voy en mis momentos más oscuros.
Tus ojos nunca salen de mi mente. Dicen que muestran el alma. Ahora sé que es verdad, porque la tuya es sagrada.
¿Entenderías si te dijera que extraño tu olor? Hueles a hogar. A felicidad y compañía. Como un fuego abrasador. Como la luz de la luna.
Tu risa es como la melodía más dulce que haya escuchado. Me transmite tu hermosa vibra y no me deja caer. Por eso no me pienso rendir.
No eres un castigo, Kayra. Tú eres mi salvación. Y si tengo que luchar por estar a tu lado, lo haré, porque es lo mismo que luchar por mi libertad.