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"_____ Davis"

—¡¡No es justo que sigas haciendo esto!!— le grito cuando la encuentro en mi cuarto de hotel.

—Dios, ____, solo no...

—Sé perfectamente con quién estoy y con quién me meto. Solo no hagas esto. Quería desestresarme. Únicamente eso. ¿Sabes lo jodido que es que a mi edad me vayan siguiendo a cada lado como perras falderas? Déja de hacer eso.

—Te fuiste, sabes que no puedes hacer eso— sentencia

—¡Lo hice porque me esto de ir de un lado para acá me estresa! —tomo aire—Quiero respiar. No quiero que sigas respirándome en la nuca. Por favor. —dije soltando un suspiro y cerrando los ojos.

—¿Llamaste a tus padres?— dice bruscamente abriendo los ojos 

Mentiría. No creo que mi padre sea capaz de venir hasta acá. Además fue hace cuatro horas la llamada.

—No. 

—Pero...—musita viendo fijamente mi celular de trabajo que vibra con el nombre de mi padre.—Sabes que el e capaz de botarme.. Él por lo mínimo me despediría y...

—____—doy un brinco con la voz de mi padre hacia la puerta. Me volteo y veo ahí su porte elegante y formal en las puertas del ascensor. Mira serio a Rebecca y cuando me mira a mi, me siento tensarme al sentir su mirada pesada detallarme.

Nuestras miradas se conectan y me da una sonrisa que me relaja. Pero esa sonrisa solo para mi. Que solo me la daba a mi, y a mi madre. Con nadie más sonreía de esa forma. Y si sonreía, era tan falsa. Mucha más falsa que las tetas de mi tía Sabrina. 

Estaba usando sus lentes rectangulares delgados y negros que lo hacían lucir un porte más joven y potente. Su traje azul que lo hacía lucir muy bien, era a la medida. —Tengo que admitir que mi padre era muy atractivo— y joven. Solo tenía 39 años, y tenía su empresa, muy exitosa. Mi madre era igual de exitosa que él y su empresa. Ella creaba u propia línea de ropa, que de vez en cuando yo los lucía o mandaba a hacerle vestidos para varias ocasiones. 

Mi madre era más joven que mi padre. Tenía 37 años. Me sorprendía que no estuviera acá. 

Nadie, conocía exactamente quién era la heredera de los Davis. Sí, era famosa, pero no me gustaba, ni a mis padres, que supieran que era yo porque todo sería el doble de seguridad. Mi nombre artístico, era únicamente mi nombre. 

—P-Papi— musité

—Se-Seño Davis— Becca se endereza y asiente en forma de saludo. 

Todos los que trabajaban conmigo, o para mi, y llegaban a conocer a mis padres, si o sí tenían que firmar un documento en el que se anunciaba que si se abría la boca, y dicen que yo soy la hija de los Davis, sería totalmente denunciado. 

Todos le tenían respeto a mi padre. Uno inmenso, por lo que sabían que si me hacían algo, se las verían con mi padre. A pesar de q1ue no me agradaba que hicieran eso, lo hacían. 

No era mimada, ni engreída. Me daban todo, pero tampoco me dejaban gastar a la madre. Todo era prudencia en mi familia. 

—¿Para qué fue exactamente tu llamada?— mira a Becca significativamente. Se lo conté todo en mi momento de cólera. 

—Solo es...

—¡Mi niña!— la voz de mi madre me hizo sonreí. La veo con su cartera y su vestido pegado a su lindo cuerpo viniendo a mi. Me deja besos en todo el rostro.—Te extrañé mucho. Ahora— se lleva las manos a sus caderas— Dime que pasa

Diecinueve y veintitrés [Aidan Gallagher] (✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora