viii

363 41 31
                                    

—¡Olé esa gitana! —chillaron un grupo de mujeres en la galería

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Olé esa gitana! —chillaron un grupo de mujeres en la galería.

Yo no podía parar de sonreír, a pesar de saber la verdad detrás de aquel matrimonio y sobre todo de observar las miradas que se lanzaban Saray y Rizos.

Pero prefería olvidar. Olvidar dónde estaba, olvidar qué ocurría detrás de todo. Por un momento, quise meterme en un mundo de mentiras.

—Nunca esperé presenciar el momento en el que la gitana se casase —contestó Zulema sentándose a mi lado.

Yo sonreí de lado mientras cerraba mis ojos.

—La vida da muchas vueltas. Nunca se sabe que va a pasar —contesté mientras abría nuevamente mis ojos y los clavaba en los suyos.— Si supiésemos qué ocurre, la vida sería aburrida, ¿no crees?

—Me encanta cuando te pones modo filosófica, créeme. Me haces pensar que tu generación no está tan perdida —me respondió con lentitud.— Tenemos un problema, egipcia.

Le miré confusa por el cambio de actitud, autoconvenciéndome de que no sería la primera vez que ocurriese aquello con Zulema.

—Cuéntame, morita.

—La familia Ferreiro no para de sacarme de quicio, me están molestando demasiado. No puedo dejar que una familia como esa acabe con mi paciencia. No te puedo dar más detalles pero, ¿te acuerdas de la pastilla misoprostol que te pedí? Dámela.

Elevé una de mis cejas mientras comenzaba a sonreírle coqueta tratando de camuflar la situación.

—No te la puedo sacar ahora mismo, me la tienes que sacar tú y tiene que parecer otra cosa para que no sospechen —contesté mientras miraba disimuladamente la cámara.

Zulema me sonrió de lado mientras se acercaba más a mi cuerpo acariciando levemente las zonas cercanas a mi bolsillo hasta llegar a él y sacarlo con delicadeza escondiéndolo en el suyo.

A simple viste, una calentura entre presas, en la realidad, un intercambio de sustancias.

Vi como Zulema quería levantarse, y la agarré del brazo.

—Sea lo que sea que esté pasando por tu cabeza, espero que tengas en cuenta el karma que venga a por ti. Lo que le hagas a ella, vendrá a ti.

Ella me miró seria mientras apretaba sus labios un tanto enfadada.

—En ese caso el karma ya me habría matado hace tiempo.

Y me dejó allí, con mil pensamientos dando vueltas en mi cabeza. Preguntándome tantas cosas que no era capaz de procesar.

El estar encerrada en una cárcel te daba para pensar demasiado y eso era una mierda. Pensar tanto era una mierda.

Pensar es la única forma de autodestrucción que puede hacer el ser humano sin recurrir a nada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 10, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝐏𝐔𝐑𝐎 𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; zulema zahirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora