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—¿Y tú? ¿Qué piensas?

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—¿Y tú? ¿Qué piensas?

Sinceramente, en la nada. En ese espacio en blanco que pidiese a gritos que dibujase pero claro, no tenía nada con que pintar.

—En todas las cosas que voy a hacer una vez salga de aquí  —mentí mientras miraba a Tere sonreír.

Nos encontrábamos en una de las mesas del centro de la galería jugando a la baraja española. Llevaba tiempo sin hablar con Tere quién había sido la primera en acogerme allí así que había decidido quedar con ella para así hablar sobre nuestras cosas,

—Cuando salgamos iremos a tomarnos juntas un buen vaso de cerveza.

Me reí brevemente ante aquello al mismo tiempo que barajeaba las cartas con sutileza. Me fue tierno el imaginarnos a las afueras de aquellas paredes  siendo quizás un poco más libres.

Pero claro, eso es lo que hacía, imaginarlo porque sabía que no ocurría así.

—Ya verás que sí, Tere.

—A todo esto, Lesath, no te metas en muchos líos por favor...

Suspiré ante aquello sabiendo que nunca podría cumplirse. El estarme calladita y sin dar ningún tipo de problema no era algo que me acompañase.

—Lo intentaré pero no te prometo nada —le contesté dejando una carta sobre la mesa.

—Trata de hacerlo, mucho que es que acepte que te juntes con Zulema.

Resoplé levemente ante aquello. Al principio era tierno ver a las personas preocupándose por mí pero ahora resultaba molesto.

Sí, todas las personas que estaban allí eran mucho más mayores que yo sin embargo no les daba derecho a tratarme como una niña pequeña.

—Me sé cuidar, Tere. No tengo cinco años todavía, joder —hablé un poco molesta.

Ella sonrió suavemente mientras proseguía a dejar una de las cartas sobre la mesa aunque su cara había cambiado repentinamente.

—Soy una mierda de persona, Lesath. ¿Te acuerdas de la prueba de Macarena? La que salió que estaba embarazada. Pues han revisado mi último vis a vis íntimo y claro, es de hace cuatro meses —comenzó a decir mientras tiraba las cartas a la mesa por los temblores que aparecían en sus manos.

La miré preocupada, tomando sus manos con suavidad, tratando de calmar el movimiento rápido. Sabía que Tere lo había hecho sin malas intenciones pero claro, las acciones y mentiras siempre tienen consecuencias.

—Antes de todo, si te vuelven a preguntar sobre el tema, vas a decir la verdad. Lo primero porque tienen que seguir el embarazo de Macarena por si este tiene alguna complicación. Segundo, no puedes dejar que otras personas se vayan a la mierda por tu mentiras, no puedes dejar que eso pase porque tú saldrás muchísimo peor de ahí. Hagamos las cosas bien, ¿sí? —le aconsejé bajo la atenta mirada de Tere quién se había tranquilizado levemente.

𝐏𝐔𝐑𝐎 𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; zulema zahirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora