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¿Qué clase de encargo acababa de aceptar? ¿De verdad iba a hacer de niñera de una cría rica y mimada solo para que la dejaran vivir en paz y no tuviera que estar escondiendose toda su vida?

- ¿Te volveremos a ver por aquí, brujita?- dijo el guardia que estaba apostado en la puerta.

- No vuelvas a llamarme así- respondió ella volviendolo a pegar a la pared- Vuelve a hacerlo y juro que no volverás a ver otro amanecer.

Le soltó de un empujón y se encaminó hacia el pueblo, no sin antes soltarle una mirada asesina que dejaba claro que cumpliría con sus palabras.

- Espera- dijo una voz aguda a su espalda- por favor, espera un momento.

Susark se giró a tiempo de ver como el gran vestido turquesa de la princesa y su dorado cabello se dirigían hacia ella. Su cabello era como un brillante halo que coronaba aquel enorme vestido; bien también podría tratarse de una preciosa cascada de oro debido a lo largo que era. Ondeaba de forma tan natural y preciosa que Susark sintió ciertos celos.

- Quiero preguntarte algo- dijo cuando la hubo alcanzado.- ¿Por qué aceptasteis?- preguntó al ver que solo se limitaba a observarla..

- Eso no es asunto vuestro- respondió dándose la vuelta y haciendo un gesto de despedida con la mano

- Es asunto mío cuando se trata de mi seguridad.

- Si tan preocupada estáis por vuestra seguridad, ¿por qué pedisteis que fuera yo quién os acompañara?- dijo volviéndose bruscamente hacia la princesa que tuvo que frenar en seco para no chocar contra la otra chica.

- Porque nunca pensé que aceptarías- dijo bajando la cabeza avergonzada. Susark se sorprendió ante el gesto de la princesa- y siempre os he admirado.

Susark no sabía que responder ante aquellas confesiones, todo era demasiado nuevo para ella. ¿Alguien de la realeza la admiraba? Siempre la habían tomado a burla hasta que había demostrado de qué era capaz, y pensaba que las personas de alta posición social sentían asco de ella o pensaban que era mera escoria, ¿y ahora resultaba que alguien la admiraba?

Inconscientemente, Susark irguió la espalda ante aquellas palabras.

- Será un placer acompañarla, princesa. 

- Aprilis- le interrumpió la princesa.

- ¿Perdón?

- Llamadme por mi nombre. Es agotador que estén todo el día con formalismos y dado que pasaremos tiempo juntas, prefiero que me llames por mi nombre- alzó el rostro hacia ella y desplegó una amplia sonrisa y adelantando a la asesina.

- Bien, pues así será- dijo a la espalda de la princesa y alcanzandola en pocas zancadas.

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- Sé lo que pretendes- dijo la princesa al cabo de un rato. Ambas habían estado dando vueltas en círculos por el pueblo. Susark tenía la intención de deshacerse de ella pero le estaba resultando más que imposible- creéme que no está funcionando, pienso seguirte hasta que partamos.

- ¿Y eso a que se debe?- preguntó deteniéndose en medio de la calle cruzada de brazos sobre el pecho. Una de las dagas brillaba en su cinturón.

- Pues a que quiero saber más de la que va a ser mi guardiana- respondió una de sus grandes y brillantes sonrisas de princesa que iluminaban su rostro. Había demasiada ilusión en un rostro tan inocente.

La asesina echó atrás la cabeza soltando una gran y sonora carcajada que rebotó en las paredes de piedra más cercanas y atrajo la mirada de los más curiosos. Todos sabían a quién pertenecía esa risa.

- ¿Quieres saber más sobre una persona que se gana la vida quitándosela a los demás y roba?

- Sí, y no entiendo el motivo de tu risa. ¿Tan graciosa es mi curiosidad? 

- Lo que no llego a entender es, ¿si dices que tanto me admiras y todos me conocen, por qué muestras tanto interés en mi? ¿Y por qué tengo que acompañarte yo?- Quiero saber porque soy yo la elegida de ser su guardiana, como vos dijiste, para acompañarla a ver a su prometido cuando miles de criminales lo habrían hecho por incluso menos y por qué me elegisteis.

La princesa se sonrojó de rabia ante las palabras de la asesina. Cogió el cierre de la capa de la asesina y, con toda la fuerza que fue capaz de reunir y aprovechando que había bajado la guardia, estampó a la asesina contra la pared de la taberna más cercana. 

- Escúchame bien, trozo de escoria- dijo lo suficientemente cerca para que solo la escuchara ella, sus caras estaban a tan escasos centímetros que podía sentir el cálido aliento de la princesa. Aquella chica tenía mucha fuerza para su sorpresa- no se te ocurra volver a reírte de mí o juro por lo que más quieras que te arrepentirás. 

- Veo que la princesita tiene una cara oscura- respondió en el mismo tono. Si había conseguido no sentirse intimidada por sus compañeros de gremio, no dejaría que aquella niña lo hiciera- y me gusta lo que esconde, hace bien. Veo que no soy la única que guarda secretos.- añadió al sentir una pequeña corriente eléctrica que provenía de la princesa.

La princesa la soltó de golpe y se sonrojó ante aquellas palabras. No sabía porqué pero había algo en aquella asesina que la ponía nerviosa y furiosa al mismo tiempo, provocándola confusión y que no pudiera controlar sus poderes. No podía negar la inconfundible belleza de aquella mujer, pero había una voz interior que le repetía que estaba mal. Había algo que le hacía sentir cierta atracción y curiosidad pero al mismo tiempo sentía que todo estaba mal, que estaba prohibido. ¿Qué diría su padre si cancelara la boda con Kylor para estar con una mujer, y sobre todo con ella? Sabía que todo aquello era una alianza para evitar la guerra, ¿pero debería escuchar sus sentimientos? Había estado a punto de llevarlo todo al traste, casi había sacado a la luz sus poderes y todo por culpa de ella.

- Vaya, parece un tomate y se ha quedado muy pensativa- dijo volviendo a guardar la daga que tenía preparada en caso de ser necesario. Su intención no era herirla, pero si tenía que darle un buen susto, lo haría- Mire, tiene razón. Pero hay que cambiarle el atuendo.

- ¿Qué tiene de malo mis ropas?- dijo recuperando la postura y bajando la mirada a su vestido.

- No tienen nada de malo pero son demasiado llamativas para los sitios que tenemos que visitar antes de partir.- dijo mirando al vestido. Era realmente hermoso y seguramente muy caro, podría sacar buena fortuna si encontraba un buen comprador.

- Bien, haré lo que me ordenéis.- Susark sonrió.

Dagas y mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora