Aquelos ojos dejaron desconcertada a Susark.¿Cómo podían ser tan brillantes?, ¿de dónde había salido aquel joven? No estaba allí cuando llegaron a la taberna.
Caminaban a gran paso de vuelta a casa, tenían que alejarse de allí lo antes posible, Aprilis apenas podía seguirle el paso.
De repente, Susark se paró en seco provocando que la princesa chocara con su espalda. Había algo que le llevaba rondando la cabeza hacía rato.
- Tu padre quería que partieramos hoy, ¿cierto?
- Sí- respondió con cierta duda.
- ¿Cuándo es eso a lo que tienes que ir?
- En dos semanas, pero debo estar allí antes para concretar unos detalles, ¿por qué?
- Hay que hacer unas cosas antes.
Susark emprendió el paso de nuevo. Antes de llevar a la princesa al reino de Aramburu pasarían por otro lugar, resolvería lo que dejó a medias, investigaría sobre aquel extraño chico de ojos verdes y cumpliría la misión para ser finalmente libre.
Cómo le juró a su madre que haría.
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La Taberna del Gato Tuerto había quedado bastante revuelta de la pelea que estaba por venir.
Thomas se había sobrepasado varias veces con la princesa intentando que hiciera cosas que sin duda le resultaban incómodas, y Fiona no podía utilizar su magia para mantenerlo a raya como normalmente hacía.
Al menos había conseguido que Susark la sacara de allí rápidamente y evitó que presenciara lo que estaba a punto de ocurrir.
Thomas cambió su mirada de terror por la ira que comenzó recorrer las venas y a hervir la sangre. Se estuvo conteniendo porque la princesa estaba allí, podía haber acabado en la cárcel o peor si ella hubiera presenciado aquello, pero ya no estaba allí.
Se levantó lentamente con una sonrisa enmarcando su cara diabólica. Sus ojos ahora eran negros y llamas naranjas brillaban en el centro. No quería destrozar la taberna, le encantaba aquella pocilga, pero ese imbécil se lo merecía.
El chico de ojos verdes alzó la barbilla sin dejar de mirar a Thomas a los ojos.
- ¿Algo que quieras añadir, gordo?- se mantenía tranquilo. Cómo si fuera un ser superior.
- ¿Qué es lo que me acabas de llamar?- preguntó cada vez con más ira. Sus manos comenzaron a brillar con un gran destello naranja. Fiona notó como subía la temperatura en el ambiente.
- ¿A parte de ser un gilipollas machista, misógino y gordo, también eres sordo?- una sonrisa ladeada asomó en su cara- ten cuidado con ese fuego, puede que te hagas daño.
- Daño es el que te voy a hacer yo a ti, chaval- respondió abalanzándose hacia él.
- Desgraciadamente para ti, no me gusta que me den- lo esquivó con una velocidad asombrosa. La gente se apartaba para evitar ser receptora del golpe fallido - soy más de dar.
Thomas se abalanzaba cada vez con más ira, y el chico esquivaba con una velocidad y agilidad que nadie había visto nunca.
Ni siquiera Susark es así de ágil, pensó Fiona.
¿Así qué así es cómo se llama la bella dama que ha protegido a la chica rubia?, preguntó la voz de aquel muchacho en su cabeza.
Fiona quedó petrificada, ¿quién era aquel chico? y ¿de dónde había salido?
- ¿Tanto miedo tienes que no eres capaz de luchar como un hombre?- dijo entre risas Thomas.
- La verdad es que me gustan más los hombres en mi cama, pero si te quieres llamar así por pelear, no voy a ser yo quién te quite la ilusión, cariño.
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Dagas y mentiras
Fantasy¿Qué pasaría si un día la mayor asesina de Sandrone se aliara con el dios más mentiroso del planeta? Susark es conocida por ser la mayor asesina a sueldo del reino de Sandrone. Un día, se le encomienda una difícil tarea que ella asegura que puede ll...