El grupo que acompañaba a Susark, no era del todo ideal. Era un grupo bastante variopinto. Ninguno era criminal. Sólo el dios sabía luchar; la princesa solo les servía para entrar en palacio; su hermana era una bruja curandera, por lo que en caso de pelea, tendría que hacerse al margen y podría llegar a ser un estorbo; y Fiona, había sido ladrona en otros tiempos, en tiempos en los que Marcus aún estaba vivo. Él si hubiera sido de gran ayuda.
"No sé cómo vamos a hacer para entrar en palacio, robar el anillo, y volver para enfrentarnos al rey" pensó.
- Algo se nos ocurrirá- oyó que decía Aprilis a su lado- no te preocupes, seguró que pronto trazamos un buen plan. El reino de Arambru está a unos días de viaje a pie, tenemos tiempo- Susark miró a la princesa que caminaba con la vista al frente a su lado. ¿Cómo había adivinado lo que pensaba? ¿Acaso le había leído la mente? Había algo extraño en aquella chica.
- Sí, algo se nos ocurrirá- respondió con suavidad la asesina mirando por el rabillo del ojo a la princesa.
Fiona y Giovanna iban encabezando el grupo, mientras que Alakin, Aprilis y Susark protegiendo la retaguardia.
- Señor Alakin, ¿puedo hacerle una pregunta?- dijo la princesa volviéndose hacia el dios. Aquel hombre era muy alto.
- Ya la ha hecho usted, mi alteza- respondió el dios entre risas- pero adelante, ¿qué quiere saber?
- Si usted es verdaderamente un dios, ¿por qué sus orejas son alargadas y puntiagudas?- había verdadera inocencia en la pregunta de la princesa. Sus ojos tenían el brillo de un cervatillo y aquello enternecia al dios.
- Verá, su majestad, mi padre era un dios que se enamoró de una bellísima sílfide de orejas puntiagudas- ante la mirada de incomprexión añadió- una sílfide es un espíritu elemental del aire o el agua de origen muy lejano y antiguo.
- Oh, comprendo- la princesa se quedó pensativa por un momento- ¿pero las sílfides no desaparecieron mucho antes de que llegaramos nosotros?
- Me halga que su majestad crea que tengo menos edad de la que aparento- dijo entre risas Alakin.
- Oh, no pretendía ofenderle- dijo Aprilis rápidamente mientras aparecía el rojo en sus mejillas. Sus padres la enseñarona a nunca ofender a los dioses. Miró a la asesina por un momento y se volvió hacia el dios- ¿eso convierte a Susark y su hermana también en sílfides?
- Yo no conocí a mis padres y mi hermana apenas tiene recuerdos de ellos.- respondió la asesina a su izquierda sin levantar la mirada de unos papeles que estaba leyendo- Es una mera coincidencia. Nosotras no tenemos que ver nada con ellas. Además, se dice que son meros mitos- el dios se encogió de hombros ante la mirada dudosa de la princesa. Aprilis no añadió nada más tras ver la expresión de su amiga. Estaba claro que cualquier cosa que tuviera que ver con su pasado, era un tema muy delicado.
- Su majestad, ¿puedo preguntar que hace usted en esta travesía?- preguntó Alakin atrayendo de vuelta la atención de la princesa.
- Por favor, diríjase a mi como Aprilis. Dejemos las formalidades a un lado- respondió con una radiante sonrisa- Quiero acompañar a Susark en este viaje y rebelarme contra mi padre aunque vayamos al reino que un día heredará mi prometido- dijo bajando la cabeza con trsiteza.
- ¿Su prometido?- Alakin se sorprendió que aquella dulce muchacha estuviera comprometida.
- Sí, el príncipe Cheorl será pronto el heredero del reino de Arambru, y yo seré su reina.- dijo volviendo a mirarle a la cara con una sonrisa triste- Este viaje, era en principio, para asistir a una fiesta real con motivo de mi matrimonio, pero Susark tiene otra misión allí.- miró a la asesina de reojo y bajó la voz para tomar un tono más secreto- Mi padre quiere que ella recupere el anillo que según él, robó el príncipe Cheorl en su última visita.
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Dagas y mentiras
Fantasy¿Qué pasaría si un día la mayor asesina de Sandrone se aliara con el dios más mentiroso del planeta? Susark es conocida por ser la mayor asesina a sueldo del reino de Sandrone. Un día, se le encomienda una difícil tarea que ella asegura que puede ll...