Capitulo 26

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El día veintiséis sentía que ya no podía soportarlo más.

Sara no había hablado demasiado conmigo luego de la muerte de Astra y solo se quejaba del dolor que las heridas le causaban la mayoría del tiempo. No habían aparecido nuevas heridas, pero las que había tenido el día anterior se habían vuelto incluso más grandes.

No me imagino lo doloroso que debió de ser para ella.

¿Quieres tomar un baño, amor? —Le pregunté con dulzura y preocupación— Sé que el agua fría alivia tu dolor y...

No, Ava. Gracias de todas maneras.

Pero te duele... —Intenté insistir.

Siempre es así.

Tenía razón, por supuesto. Y a mí me dolía saberlo.

Me dolía saber que, por mucho que lo intentara, no podría salvarla. Me dolía saber que no podía calmar su sufrimiento por más que lo intentara. Me dolía saber que ella se estaba marchando, y no de la mejor forma.

En realidad, simplemente creo que no existen buenas formas de marcharse.

¿Puedes ayudarme a sentarme? —Ella estaba recostada en la cama. Yo a su lado, siempre vigilándola.

Pero va a dolerte...

No importa. Necesito sentarme.

Tal vez acepté porque sabía que el dolor físico no era nada comparado con el dolor que ella sentía en su interior.

Tal vez ella necesitaba sentir que el final no estaba tan cerca.

Tardé casi dos minutos en sentarla mientras ella gemía debido a la agonía y me pedía que me detuviera cuando el sufrimiento era demasiado como para poder seguir tolerándolo.

Me partió el corazón verla así y tuve que esforzarme por no llorar frente a ella.

No quería que supiera cuan destrozada estaba yo.

¿Ahora puedes abrazarme? —Me preguntó una vez sentada.

De nuevo intenté negarme, pero ella me persuadió para que lo hiciera. No recuerdo sus palabras, pero seguramente me regaló montones de reflexiones que debería recordar y palabras que si debí memorizar.

Me acerqué lentamente e intenté abrazarla sin causar ningún daño, pero ella se aferró fuertemente a mi cuerpo para no dejarme escapar, lo cual la hizo gemir.

Lloró sobre mi hombro, eso lo recuerdo bien. Al instante pensé que era debido al dolor, pero cuando sus lágrimas no se detuvieron supe que debía de existir algún tipo de motivo oculto.

Lloras por Astra ¿cierto? —Concluí. Ella asintió entre mis brazos, lo cual hizo que una de las heridas de su cuello rozara con mi camiseta. Soltó un pequeño chillido y lloró aún más.

Algo me hizo pensar que se estaba infringiendo dolor para poder liberarse, y no la detuve por ello.

Tal vez lo necesitaba.

Sé que debe de estar en un mejor lugar ahora, y si eso no existe al menos ya no está sufriendo, pero quería despedirme —Murmuró cuando sus lágrimas comenzaron a detenerse—... ¿Tú no te sientes triste por su muerte?

Por supuesto que lo hago —Afirmé—, pero Astra no era feliz con nosotras. Había demasiado resentimiento contra la vida y contra mí como para que lo fuera. Por supuesto, me habría encantado despedirme... Pero no de esa Astra. Me habría encantado despedirme de mi Astra, y me habría encantado pedir perdón a mi Astra... Cuando ella murió yo ya la había perdido tiempo atrás, Sara. Tal vez es por eso que me ha dolido menos que a ti.

Virus Letal (Avalance)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora