Capítulo uno

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La piel de la mujer con la que pasó la noche, no se sentía tan suave como la del doncel al que había abrazado días anteriores. Debió suponerlo, la mujer superaba el rango de edad de las personas a las que solía hacerles compañía, pero no había tenido de otra, los usureros no lo dejaban en paz y pronto llegarían otros a cobrar lo que su fallecido padre les debía.

"Ese viejo bebió todo el vino de Joseon hasta morir", gruñó entre dientes.

Era el único hijo de la familia Kim o, al menos, no tenía conocimiento de tener otros hermanos. Después del fallecimiento de su madre, cuando tenía apenas dos años, su padre se sumergió en el vicio del alcohol y las apuestas, por lo que todo el dinero que tenían fue malgastado inútilmente. Kim JongIn se las apañó para sobrevivir desde que cayó en cuenta que su padre jamás recobraría sus sentidos. Así que, no pudiendo acceder a una educación de calidad, utilizó sus dotes físicos y el don de la palabra para engatuzar a mujeres, y que estas se apiadaran de él para darle hogar y comida; al menos por un corto periodo de tiempo. A medida que fue creciendo, se dio cuenta que la dulzura e inocencia de niño iba desapareciendo, por ello, tuvo que cambiar sus estrategias.

Las personas ya no se compadecían de él, mas bien, buscaban algo más. JongIn había crecido con buena gracia, era un excelente orador y su apariencia física atraía más de una mirada lasciva, sobre todo por su piel dorada que les parecía una característica bastante sexy, pues era diferente a la piel de los campesinos que se exponían al sol. Entonces, supo muy bien que debía usar los nuevos recursos que su edad le proporcionaba. Y de esta manera se volvió el soltero más codiciado de Joseon.

—¿Ya te vas, guapo? Quédate un poco más.

JongIn maldijo para sus adentros. Estaba siendo especialmente cuidadoso en no hacer ningún ruido para retirarse en silencio de la casa, pero la mujer lo escuchó.

No tuvo de otra que fingir una sonrisa y responder con amabilidad.

—Ya no quiero ser una molestia para ti, mi linda flor.

La mujer se ruborizó por el halago.

—Ninguna molestia, cariño. Quiero que te quedes, te lo voy a recompensar.

Un poco de dinero siempre era más que bienvenido, y aunque podría encontrar a alguien más atractivo para pasar el rato, no era seguro que lo encontrara pronto y le sacara algo de dinero rápidamente.

—Solo porque me duele verte tan sola —dijo JongIn, quitándose el jeogori.

Pretendía volver a desnudarse el torso para meterse en la cama con la mujer, cuando de un momento a otro y sin previo aviso, la puerta del cuarto fue abierta de forma abrupta, y cuatro hombres de túnicas negras y espadas entraron. La mujer se apresuró en cubrirse, mientras soltaba gritos de susto por la repentina y violenta visita.

—¿Kim JongIn? —preguntó uno de los hombres.

El moreno reprimió sus instintos de correr por en medio de los hombres y huir muy lejos de ahí. Pero si hacia eso, los chismes no tardarían en esparcirse por todo el reino. Así que lo mejor era fingir serenidad y quedarse junto a la mujer.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó en un tono severo.

—Alguien espera por ti. Vamos.

—No voy a ir a ningún lado.

Los hombres se miraron entre ellos y en un solo movimiento sacaron sus espadas para apuntarle al cuello. La mujer pegó un grito de horror, asustando de más a JongIn, quien solo podía llenarse la cabeza de maldiciones hacia su persona.

Viéndose totalmente acorralado, levantó las manos y mostró una sonrisa nerviosa.

—Está bien, caballeros. No hay razón para usar esas armas tan peligrosas.

Taste like Peaches [KaiSoo] ⏸️❗️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora