Esa madrugada la casa de Max Meridian presentaba un trío de criaturas cuyo único objetivo y misión en esta vida parecía roncar. Una sinfonía extravagante y sazonada con ladridos ahogados que Mario soltaba en sus sueños, eso era el ambiente sonoro. Y aunque el populacho cree que los perros sueñan con que persiguen liebres y esas cosas, la realidad es diferente: Suelen soñar que tienen pulgares.
El celular de Max sonó en medio de la noche, despertando a ambos (Porque despertar a Mario es una tarea que ni un dios podría llevar a cabo sin un esfuerzo titánico). Quien llamaba era, efectivamente, el mal nacido de Fred.
—Max, Maxito, Maxilar, Maxote ¿Cómo te trata la vida?—Preguntó Fred, se le escuchaba un poco preocupado.
—¿Se fundieron los circuitos de la maquina de café?—Preguntaron ambos Max. Max Y había puesto el celular en altavoz, por lo que Fred los escuchó a ambos.
—No, pero explotó uno de los generadores del portal. Vengan al laboratorio de inmediato.
—Son las cinco de la mañana, Fred—Se quejó Max Y.
—Eres un científico, Max. A pesar de que seas nuevo en esto, debes ir olvidándote de dormir: la ciencia no entiende de horarios.
—Tu madre tampoco, hijo de puta—lo insultó Max X.
—Meridian, estás amonestado. Te bajaré el sueldo—Le comunicó Fred con una vez seca.
—¡¿por qué?! Ella fue la del insulto—Max Y miraba con cierto enojo a su contraparte, pero también ansiaba escuchar la explicación de Fred.
—Si ella lo dijo, es que tú también lo pensaste. Y no estoy de humor para aguantar esta clase de ataques dirigidos a mi persona. Preséntense en el laboratorio lo más rápido que puedan. Adiós.
La llamada se cortó y se prepararon a los apurones. Extrañamente, pudieron dividirse las tareas sin pelearse. Es la magia del bajón de sueldo, brinda a las personas la capacidad de hacer todo cual maquinas para poder restregárselo en la cara al jefe, y, de esa manera, intentar conseguir un aumento. Esa es también, la razón por la que los jefes bajan los sueldos: aumento de productividad y reducción de costos. El sistema finge hacer agua por todos lados, cuando en realidad esa es la función de un colador. Y esa metáfora no tiene sentido, pero los documentales sobre gatos tampoco y la gente igual los ve.
Mientras iban corriendo las calles sus pasos estaban sincronizados. Las puteadas de los conductores que tenían que maniobrar para esquivarlos… no tanto. Saltaron a un perro que hacia de estatua viviente en una vereda. Max Y causó que un conductor no pudiera esquivar un bache que opacaba al gran cañón. Max X distrajo a un motoquero con el escote y causó un accidente con cinco muertos.
Entre tanto, Mario afinaba sus aullidos para dedicarle una hermosa serenata a la caniche del vecino.
Llegaron al laboratorio agitados y sudando.
—¡Vinimos corriendo, ni se te ocurra insinuar otra cosa!— Señalaron a Fred a la vez.
— ¿Llevando la masturbación a un nuevo nivel, par de pillos?—Se burló Rafael.
— Rafa, entiendo que a ti te guste tocarte donde aún tienes pelos. Pero el onanismo nunca fue lo mío—Respondió Max Y.
Fred comenzó a reír. Max X tenía en su cara femenina una sonrisa de victoria. Podría haber sido una sonrisa de Paula, de Luisa, de Melissa o de lo que se les ocurra, mas era de Victoria. Pero eso era un secreto.
Julián entró en escena. Estaba más optimista de lo normal.
—Max X, puede que te devolvamos a tu universo antes de que estemos todos muertos—Soltó sin filtro alguno.
—Si necesitas ponerla, Max Y te paga las putas, Juli. Si no, no me explico por qué carajo estás tan amargado.
—No soy amargado, solo estoy al tanto de que transportar materia entre universos puede tener consecuencias.
—En teoría—espetó Max Y
—Tú eres un hombre… en teoría. Pero ninguna mujer está dispuesta a comprobar dicha teoría—Julián no dejo de estar sereno, pero todos notaron que comenzó a sonreír.
—Tuve una novia hace unos años.
—Hasta que te dio tendinitis—acotó Fred.
—Déjense de joder, quiero saber si mi estadía en este lugar tendrá consecuencias—gruñó Max X. Literalmente, se puso a gruñir luego de decir las palabras.
Max Y le dio una bofetada para calmarla.
—Esto cuenta como auto flagelación, no como violencia de género. No es ningún crimen—Dijo antes de darle otra bofetada.Max X le devolvió las bofetadas.
—¡Viva la autoflagelación!—Gritó a las corrientes de aire condicionado que corrían por el lugar. Fred no paraba de reír.
—Basta, basta, te devuelvo el sueldo, pero en serio, basta muchachos—Imploraba Fred entre carcajadas. Max Y ya tenía un ojo morado.
—¡Funcionó!—Gritaron al unísono. Conocían a Fred, y sabían como hacerlo reír. Toda al pelea, desde la primera bofetada, fue un plan truculento para recuperar el sueldo de Max Y. Y ni siquiera tuvieron que charlarlo, solo pensarlo.
—Bastardo… bueno, en fin. Como les dije, el portal se quedó sin un generador y no hay reemplazos disponibles—Fred se enserió cómo nunca antes—Tardaremos algunos meses en construir un generador adecuado. Y costará…mucho—Soltó una lágrima de tacaño—. Por favor, Meridian, cuida a tu dopplegänger transexuado hasta entonces.
—Hecho—Dijeron simultáneamente…de nuevo.
—En serio, esto es delicado. La materia del otro universo que ella trajo podria causar problemas a largo plazo en el nuestro—Dijo Julián.
—Esas son cosas que se piensan antes de abrir un portal a otro universo—le respondió Rafael.
—Rafael, el gobierno nos financia, destruir el universo es algo que no acarrea consecuencias a futuro y, sobre todo, si no lo hacíamos nosotros, alguien más lo haría. Los humanos somos irresponsables y nada lo cambiará— le explicó Fred.
—¡Sí, pero nadie sabe que tanto sufriríamos si llega a colapsar la existencia!—Se desesperó el pelado.
Fred agarró un pequeño cacharro que había sobre una mesita del lugar, apuntó al pelado, y se lo lanzó a la cabeza.
—¡Mi encendedor láser¡—Profirió Julián mientras se apuraba a agarrarlo,antes de que el rebote en la cabeza del pelado lo lanzara al suelo.
El hombre se lastimó la rodilla, pero logró salvar su preciado objeto. Era alargado, tenía un botón, y poseía un tope para que el haz de luz no causara accidentes.
Julián se acercó a Fred y tomó la corbata del susodicho, arrugándola. Fred Colapsó al ver su corbata arrugada.
—Juli, creo que eso era innecesario.
—Querida, no me imagino cómo seré en tu universo, con eso de la regla y todo. Pero si tocan mi encendedor láser, te aseguro que soy peor que la versión ebria, alemana y pseudopsicópata de Godzilla.
—Eso es demasiado descriptivo para mi gusto—El pobre de Max Y se imaginó a una mezcla de un Hitler fiestero y un Godzilla salido de las entrañas de Tumblr.
—En fin, ya recibieron sus órdenes, marchémonos todos antes que fred despierte. Y nos haga escribir nuestros epitafios—Se calmó Julián, que solía ser la voz de la razón. La razón de los hijos de puta, pero razón en fin.
Los empleados genéricos y aquellos a los que ya nombramos salieron del lugar echando leches. Puede que Fred fuera justo en el reparto económico del proyecto y se preocupara por sus empleados; pero hacerlo enojar no era buena idea.
Cuando ambos Max llegaron al hogar, aún tenían sueño, por lo que acordaron echarse una siesta larga, o mejor dicho, una siesta estilo Mario. Y hablando de Mario, los vecinos más temprano que tarde descubrirían por qué no deja a una pera sin castrar en el patio, justo el día en que Max se olvida de cerrar cierta ventana…
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Rompiendo los límites
UmorismoEn un laboratorio, un grupo de científicos defectuosos y poco morales logran abrir un portal entre este universo y uno paralelo. Max Meridian , un hombre en sus veintitantos y con una vida por delante, es elegido como el conejillo de indias. Momen...