Ni en esta, ni en la otra |ObaMitsu| GiyuuTan| Omegaverse [EN CORRECCIONES]

Capítulo 3. Mitsuri|EGOISMO, ORGULLO Y AMOR

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En una cena de navidad, Mitsuri conoció al nuevo socio de su esposo. No hubo nada especial, solo estrecharon sus manos, unos simples "gracias por venir" y un "pásenla bien" fue lo que hubo en ese primer encuentro. Sin embargo, en las reuniones de trabajo del año siguiente; empezaron a encontrarse seguido.

La joven no quería estar en esas reuniones, se aburria en ellas. Las esposas de los ejecutivos, aunque muy abiertas a tener una plática, no eran la mejor compañía para una mujer pacifica como ella y su esposo, la abandonaba después de saludar a todos los invitados. En ocasiones, Tomioka, un allegado de su esposo y sus colaboradores; veían a las reuniones. Eso aliviaba a la joven de sobremanera, ya que no tendría que escuchar las críticas antipáticas que la mayoría mujeres casadas tenían en esas reuniones. En la mayor parte de estas, Mitsuri se sentía sola; por eso odiaba las reuniones de trabajo de su esposo.

Por esa razón, la mayor parte de las veces iba al jardín principal para ver sus rosales, que eran mejores que escuchar las aburridas conversaciones de negocios, la arrogancia y el ego de unos cuantos hombres en traje y los cuchicheos malintencionados de sus esposas. Las flores eran mejor que las personas. Eso lo sabían tanto Mitsuri como el joven Iguro, el nuevo socio de su esposo.

Iguro estaba casi igual de solo que Mitsuri. Aunque claro, entablaba conversaciones con los clientes o posibles clientes, formaba relaciones, ganaba contratos, presentaba posibles ideas de negocio con sus socios, pero; en las pausas, Iguro se sentía solo y agotado. Por eso, el joven Obanai iba al jardín principal que se encontraba alado del salón de la casa de los Fujisawa, donde comúnmente se realizaban las reuniones semanales que su socio realizaba. El jardín era tan grande y extenso que estaba impresionado que una familia horrorosa y despreciable como los Fujisawa tuviera semejante belleza. -Lo único bueno que tiene los hijos de puta- admitía el joven Obanai. Admiraba bastante al jardinero que atendía este jardín, sobre todo el cuidado que le brindaba a los bellos rosales, las estrellas del recinto.

-Son preciosas ¿verdad? -Ni ella sabía de dónde, pero; Mitsuri había agarrado el coraje para hablarle a un casi desconocido, a uno de los socios de su esposo, algo tan raro para su naturaleza tímida.

-Si, lo son señora Fujisawa. Debe estar agradecida con su jardinero ha hecho un fantástico trabajo.

Mitsuri calmada y cálida contesta -He sido yo la que ha cuidado de esos rosales como de todo el jardín-

-¿Usted? -Exclama incrédulo Iguro

-Si, aunque no lo crea- La joven camino hacía los rosales que admiraba Iguro, acercándose a él. De cerca, el joven pudo sentir, con más intensidad, un agradable olor a rosas que emana de la joven. - cuando se está sola en una enorme casa, lo único que queda es entretenerse con lo que se pueda. Y que mejor que las flores para no aburrirse, ellas no me juzgan cuando cometo errores... De nuevo no sabía de donde habían llegado esas palabras, pero con este hombre a su lado sus palabras salían con facilidad de sus labios. Tal vez se debía a que estaba llegando a un punto donde todo le daba igual. Tal vez si continuaba enfureciendo a su marido desistiría de ella y le daría el divorcio. Sin embargo, eso jamás ocurriría por mucho que quisiese, por mucho que esposo se enfadará por ya no convivir y socializar con sus allegados como antes, por mucho que no pudieran tener hijos. Mitsuri y su esposo estaban atados para siempre por algo mucho más fuerte que un contrato. La joven estaba a punto de disculparse por semejantes palabras embarazosas e incomodas cuando el joven la interrumpió.

-Lo entiendo, a veces se hacen cosas muy raras cuando uno está solo, pero en ocasiones se hacen cosas extraordinarias como esta. Tiene un gran talento y mucha dedicación, señorita Mitsuri. - Iguro estaba sorprendido. Creía que la joven, al estar relacionada con las socialites; sería igual a las esposas de sus compañeros: superficial, egocéntrica y carente de empatía.