Steve podía decir fácilmente que vivía presionado entre dos Stark. El mayor y el menor.
A mayor lo conoció hace unos meses, cuando alguien fue a retocar su bigote y de manera casual fue el joven alfa el que lo recibió.
Pero como eso solo era la punta del iceberg, todo se fue al caño desde que las visitas comenzaron a volverse continúas. Cada mes para cortar sus puntas y arreglar el bigote. Su relación de pudo mantener coordial de no ser por el pequeño hijo omega de aquel alfa. Un muchacho astuto con largo cabello marrón.
Que podía decir, su romance fue torrido, pasional y lleno de cariño.
Fue bonito hasta que el padre de este los pillo haciendo que su hijo se separará del débil alfa.
Pues, según Howard, el alfa no tenía nada de lo que buscaba para su hijo. Y sinceramente Steve tampoco esperaba serlo, estaba bastante agradecido de que un lindo omega como él hubiera tenido una aventura con el.
Al verlo llorar y patalear supo que era más que eso.
Howard le prohibió ir. A menos que necesite cortarse el pelo. Tampoco iba a permitir que su luz fuera cruzando la cuidad para cortar su cabellito, no.
Además estaba confiado que ya se le pasaría. Tony era así, caprichoso ya que siempre se le dio todo.
Entonces el castaño iba cada día a cortar su pelo. Al principio solo fueron las puntas de su largo cabello y conforme pasaron los días esto se volvió notorio. Hasta el día en el que estaba bastante corto para lo que acostumbraba. Su pequeño hijito se echó a llorar en el sofá. Quiso destrozar a Rogers, luego recordó que el mismo le prohibió acercarse.
—¡No me hace caso papá! ¡Actua como si no estuviera ahí!
Si, Rogers era un cobarde que no quería ganarse un puñetazo de Howard.
—¡Y tú tienes la culpa! Por lo que le dijiste mi alfa me rechaza. ¡YA NO MIRA MI CUELLO! —reclamo, pues ese era el mayor gesto de amor y deseo de un alfa y un omega. Y Howard se sintió mal.
—No llores mi cachorrito, hay muchos alfas buenos y lindos. Te prometo que te presentaré muchos rubios de ojos azules.
Eso solo amargó más al omega.
—Mañana lo intentaré por última vez. Mi cabello ya no resistira. —concluyo viendo su cabello ahora corto.
(***)
Rogers ya estaba acostumbrado a que el omega viniera y cortará un centímetro de su lindo y suavecito cabello. Se sentí triste de no poder hablarle o si quiera acercarse y decirle lo mucho que le queria.
James se encargaba de cortar su cabello. Así como hoy que lo veia por el reojo del espejo.
—¿Seguirá viniendo Señor Stark?
—Está es la última vez. —contestó. —Ya no tengo más cabello que cortar y tampoco ganas de intentarlo. Solo quiero que me corten el pelo. O me marque.
Steve suspiró mientras arreglaba su mandil. La idea era tonta, era arruinarle la vida a Tony y todl lo maravilloso que podía hacer con ellla. Enlazado con un alfa promiscuo a morir no era grato. Pretendía que no le dolía verlo asi.
—Me voy a quedar pelón por tu culpa, mal alfa. —regañó y solo se confirmó cuando James saco la rasuradora.
—¿¡Qué demonios te sucede?! —le gritó a James. —No toques su cabello. —pidió ya más calmado y cuando el alfa apagó la máquina.
Se acercó al omega y tomo sus manitos para besarlas con cuidado.
—Lo siento. Lo siento.
Tony iba a llorar.
—Lo siento, lo siento fui un alfa corbarde.
—Lo fuiste Stevie. Casi me quedo pelón. —gruñó.
Steve le acarició la mejilla.
—Marcame Stevie. Así podremos mandar al carajo a Howard.
Steve sonrió.
—Vamos Stevie. Yo se que te encanta mi cuello, marcame.
James casi vomita para luego salir de la peluquería. Mucha cursileria.
—Realmente quiero hacer eso.
Steve sonrojado lo besó.
—¿Me llevarás a tu apartamento Stevie?
Steve asintió. —Haré más que solo llevarte.
El omega sonrió malicioso. Pego la cara de su alfa a su cuello.
Años más tarde esa sería la historia que le contarían a sus hijos de porqué a papá le gustaba el cabello corto y de porque el abuelo Howard siempre miraba con resentimiento a Steve.
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