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Dicen que cuando los niños reciben estimulación temprana pueden despertar todas sus habilidades, que si les enseñas en un entorno de amor y respeto crecerán como adultos sanos y con un potencial indestructible.

Que gran mentira.

No tenia hermanos ni padres que le pusieran orden a su vida. Se crío en un basurero recogiendo baratijas y luego vendiéndolas en el mercado. Asistió a la universidad y se graduó como Médico Cirujano, tenía su propia clínica, era pequeña  pero generaba ingresos. ¿Como lo logró? Pues... ese el punto de esta historia.

Su nombre es Sakura, así sin apellido, por que nunca nadie se lo dio, de los pocos recuerdos que tenia es una anciana llamándola así por que su cabello es del mismo color de los árboles de Cerezo que flores en primavera. Ella la crío hasta los 5 años y luego se murió.
De ahí se las tuvo que arreglar sola sin ayuda de nadie y como no si creció en uno de los barrios más pesados de la localidad, a pesar de ser campo de agricultores y pescadores era el hogar de  los extranjeros pobres que llegan en busca de cumplir sus sueños y que estos se desvanecian gracias a la delincuencia organizada y los narcotraficantes más grandes de todo Japón y del mundo. En ese lugar no había de otra, te les unias o te mataban.

No existía el gobierno o la policía, todos sobreviven por instinto, claro que había gente mucho más poderosa que una niña de 5 años que apenas si sabía hablar. Pero fue eso mismo lo que le hizo salir adelante, Sakura era inteligente astuta y sobre todo con una gran belleza desde muy pequeña. Su primera misión  fue en un orfanato,  internarse allí cuando cumpliera 8 años luego salirse a los 16, así lo hizo.

Con una figura perfecta, el rostro más angelical que pudieran imaginar, un cerebro mucho más inteligente que el del mismo Albert Einstein y sobre todo una inocencia que  nadie más tenía, se convirtió en el arma más mortífera de una de las organizaciones más peligrosas del mundo de la mafia.

El jefe de la organización la respetaba y cuidaba como a una hija, era intocable para cualquiera. Nunca le negaba nada y aunque pudo tenerlo todo como cualquier niña rica decidio ganarse el pan con su trabajo, a ella nadie le iba a regalar nada ella sola iba obtener lo que quisiera con sus propias manos.

La clínica en donde trabajaba era muy pequeña, 2 consultorios, 5 habitaciones, un quirofano para cirugías ambulatorias, una farmacia y apenas 6 enfermeras para los pacientes que llegarán a quedarse. Vivía allí, su habitación era pequeña con lo básico, el comedor que compartía con las enfermeras y un pequeño estudio.

Nadie las molestaba, las enfermeras eran respetadas y podían concluir sus estudios sin problema por qué todo salía financiado de ese pequeño hospital.

Su vida estaba bien pues solo la llamaban para misiones realmente importantes, pero todo cambio cuando lo conocio a él, bueno ... a ellos.

Esa noche no había pacientes ingresados, después de una larga jornada decidió ir se a la cama, antes preparo un poco de cafe, tenía una adicción y era el cigarro así que como todas las noches encendió uno, pero antes abrió un poco el ventanal que daba directo a la calle principal.

—Doctora, me voy a descansar, si necesita algo no dude en llamarme.— dijo la enfermera antes de retirarse.

Termino de fumar y se  recostó en la cama a leer un poco  el cansancio la venció y quedo enredada enredada un profundo sueño olvidando cerrar la ventana. Cuando desperto  pudo escuchar un tiroteo cerca y entonces saco el arma que su jefe le había dado. No había nadie con un tiro tan perfecto como el de ella así que se preparo, con mucha cautela bajo hasta la entrada y se quedó en la recepción para poder ver por las cámaras que era lo que estaba pasando. Los disparos se detuvieron y enseguida las sirenas de varias patrullas, una de las patrullas se dirigía justo al hospital así que supuso que traían a alguien herido.

Pequeña Asesina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora